martes, diciembre 29, 2009

El Che habló


Somos fantasmas distintos Ernesto. Tú aún mantienes la vigencia; en cuanto a mí, apenas me acostumbro a esta nueva condición de espectro. Te conozco, te admiro y te respeto; en cambio tú nunca sabrás quién fui. Nuestras muertes tampoco coinciden en el tiempo. La tuya se recuerda cada año; la mía sucedió hace poco, de forma más bien anónima. Mis palabras sólo pretenden exorcizar demonios, reencontrarme con la vida, imaginar mundos posibles e imposibles. Tus frases, por el contrario, pasaron todas las generaciones y hoy se esparcen, de boca en boca, a lo largo y a lo ancho de nuestro continente; inclusive del mundo entero.

No sé qué escribano logró plasmar para la posteridad cada una de tus reflexiones. Supongo que, a la hora de tus batallas, fueron oídas por aquellos guerreros que te acompañaron. Muchos de ellos se encargaron de mantenerlas vivas y sembrar en ellas semillas de lucha interminable.

¿En qué pensabas cuando las decías? ¿Salían así no más o ya las tenías listas para momentos difíciles? Te imagino, en medio del combate, alentando a los que desfallecían, llorando al lado de los desconsolados, protegiendo a los temerosos. Y luego ese silencio con el que gritabas a los cuatro vientos que el pueblo merecía ser escuchado.

“Si avanzo sígueme, si me detengo empújame, si retrocedo mátame. Te seguí y te empujé. Hoy te maté”.

Ernesto ¿alguna vez tuviste que sentenciar la muerte como una manera de no perder el rumbo? Aunque la revolución también se hace con sonrisas y canciones, finalmente es la sangre la que deja una marca imborrable en la madre tierra y en el alma. Por eso me animé a escribirte, pues ahora compartimos una condición inmaterial. Te cuento que me ha costado aceptarme etéreo. No es fácil aprender a atravesar paredes;a no sentir hambre, miedo, calor o frío; a no reconocerme ni siquiera ante un espejo. Siempre imaginé que, llegado mi exilio de la vida, me encontraría con miles de espíritus vagando por ahí. No fue así. Es posible que existan diferentes etapas, una especie de escalera en espiral por la que vamos subiendo los muertos recientes. En mi caso creo que permaneceré algunos años más en la dimensión de lo real y tangible.

No quiero, sin embargo, pasar sin pena ni gloria. Jamás me detuve a pensar en un testamento. En realidad no tengo nada material. Mi legado sería tan sencillo que nadie se pelearía por mi fortuna. Entonces, preocupado por lo que dejaré, se me ocurrió pedirle a un amigo que me redactara un testamento. Y bueno, lo hizo con una canción…



HASTA LA VICTORIA SIEMPRE ERNESTO.

sábado, diciembre 19, 2009

Desde el maravilloso mundo de Oz




Salir un poco de la realidad para sumergirnos en la fantasía, es un estado casi que ideal. No es necesario, sin embargo, tener los pies muy bien puestos sobre la tierra; existe la creciente posibilidad de quedar atrapados durante el viaje por las fuerzas luminosas, coloridas y desafiantes de los sueños. Vale la pena entonces dejarse llevar, sobretodo en esta época de navidad, y traspasar sin miedo ese umbral que nos separa de nuestra esencia. Por eso nada más acertado que ir al encuentro con la palabra y las imágenes. Esta semana recibí una invitación:

“Sábado 19 de diciembre, 11 am. Encuentro con Claudia Rueda y Yolanda Reyes en La Feria Literaria de la Tienda de Oz-Usaquén”.



Yolanda Reyes es una reconocida escritora colombiana que también dirige el taller de lectura y creación literaria para niños “Espantapájaros”. Y precisamente en su librería, “La tienda de Oz”, hay un espacio de esos en los que tienen cabida todas las sensaciones que no pueden expresarse muchas veces en la vida cotidiana; a su lado Claudia Rueda, abogada de profesión, quien, afortunadamente, extravió el camino kafkiano de leyes y códigos para terminar inventando un mundo gráfico acompañado de historias al alcance de las manos y los corazones más inquietos, sin importar edad o condición social.

La mañana transcurrió en medio de páginas ilustradas, cuentos interminables, risas de niños. Las autoras respondían preguntas, firmaban sus obras, entablaban conversaciones en un ambiente tan familiar muy parecido al de las visitas en la sala de la casa. Un niño se me acercó y me dijo:

- Ese libro es bonito, pero yo leí uno que me gustó más.

Después se fue a seguir curioseando en esos estantes donde los libros no tenían cubiertas de plástico que impidieran su lectura. Cada ejemplar estaba disponible, sin restricción alguna, como sugiriendo “léeme que te vas a divertir”.

Salí de “La tienda de Oz” feliz por el regalo de esas dos horas cálidas. Cuando me suceden cosas así hasta la ciudad se transforma. Las calles parecen toboganes, el pavimento nubes de algodón, los árboles gigantes amistosos. Definitivamente los oasis están en cualquier esquina; sólo hay que tener los sentidos abiertos y perderse en aquellos laberintos de la imaginación.



- Este cuento me impresionó. Comparto con ustedes un video que encontré en Youtube. Se llama "La suerte de Ozu" de Claudia Rueda.

domingo, diciembre 06, 2009

Un triunfo que no supo a gloria




Y claro que nos unía algo más que la complicidad de dos viejos amigos. Nos reíamos de los mismo chistes, íbamos a las fiestas con nuestro grupo, jugábamos billar, cantábamos y hasta conquistábamos; bueno, en este aspecto debo reconocer que Álvaro me llevó siempre la delantera. Lo cierto es que había algo muchísimo más trascendental, un vínculo inalterable, quizás el motivo poderoso de esa camaradería: un balón de fútbol. Es verdad que, de alguna manera, la afición por ese deporte nos ponía en orillas opuestas. Él es hincha de Santa Fé. Yo fanático de Millonarios; pero aunque cada uno era fiel a su respectivo equipo de Bogotá, acudíamos todos los domingos (y a veces los miércoles), sin falta, al estadio. Fueron casi diez años ininterrumpidos de ver partidos buenos y malos; de esa ceremonia que empezaba con la antesala al cotejo. Porque antes de entrar a la tribuna compartíamos un trago, una cerveza, una gaseosa o aquella comida típica de la capital llamada piquete, que consumíamos en “El Palacio del colesterol”.

Un miércoles en la noche- tal vez de 1992- se enfrentaban Santa Fé y Millonarios. Como de costumbre nos citamos en las afueras de El Campín dos horas antes del encuentro. Compramos la boletas, luego fuimos a una tienda cercana, nos sentamos en una mesa, pedimos media botella de ron y la tomamos despacio, intentando arreglar el país a punta de palabras. Al filo de las ocho salimos del establecimiento, caminamos las cinco cuadras que nos separaban e ingresamos a la tribuna Lateral Sur. Aún no existían las llamadas “barras bravas”, y pese a que ese sector del estadio era el más barato, podíamos disfrutar del espectáculo sin ningún problema. No importaba que nos tocara detrás del arco. Nos ubicábamos en la parte más alta y así teníamos una visión perfecta del terreno de juego. Mientras rodaba el balón matábamos el tiempo haciendo los respectivos pronósticos, discutiendo acerca de la posición de nuestros equipos en el campeonato.

-“Si les ganamos hoy subimos tres puestos. Quedamos de octavos y clasificamos”, dijo Álvaro con inconfundible voz de optimismo.

-“Jajajaja . No sea iluso. Llevan tres años sin ganarnos un clásico. Millos es tu papá”

-“Vea, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista; además no se olvide que su equipito anda muy mal. Viene de perder con el colero”. .. ¿Quiere tinto (café)?.

Respondí que sí. Mi amigo chifló, levantó el brazo y le hizo señas al vendedor que cargaba una especie de dispensador portátil en su espalda y repartía café en la tribuna. Agarré mi vaso de plástico, probé un poco y prendí un cigarrillo.

-“Bueno ya van a salir los equipos”, anoté

-“Sí mijo, llegó la hora de la verdad” contestó Álvaro al tiempo que, me pareció, se echaba la bendición.

Seguimos charlando sobre la fecha futbolera, la historia de los clásicos, uno que otro paréntesis en el que nos contábamos cosas de nuestras vidas personales y, algunas veces, nos sumíamos en esporádicos silencios de nervios o expectativa. De pronto, en medio de uno de esos silencios, Álvaro me gritó:

-"iGüevón, se está quemando!”

Volteé la cabeza y descubrí una expresión de pánico en los ojos de mi amigo. No sabía a qué se refería hasta que empecé a notar un olor a chamuscado y a percibir el humo que salía de quién sabe qué parte. Bajé la mirada y casi me da un infarto. Delante de mí, justo en la siguiente grada, la chaqueta de mi vecino de enfrente mostraba una llamita que comenzaba a crecer. Aterrado me di cuenta de que se prendió por culpa de mi cigarrillo. Justo en ese momento salían los árbitros y los veintidos jugadores a la cancha. El papel picado, los cánticos, la algarabía general, se confundían con nuestra inevitable preocupación. De inmediato cogimos al pobre cristiano a palmadas en la espalda- sus acompañantes también- hasta que logramos apagarlo; entre tanto, a través de los altoparlantes del estadio, se anunciaban las notas marciales del himno Nacional. Creo que, a lo mejor, el respeto que generan música y letra del símbolo patrio, lograron distraer la atención de la víctima de mi piromanía por descuido.


Todavía me cuestiono si fue por la euforia de la primera jugada de gol, por la intensidad del juego o la adrenalina que produce un partido de esa naturaleza; en todo caso el afectado, pese a enojarse, no tomó ninguna represalia. Lástima que, para mi desgracia, el tipo resultó hincha de Santa Fé. Esa noche Millonarios le dio un baile impresionante a su rival de patio ganándole tres a cero. Y yo, muerto de la pena- y acudiendo a mi instinto de supervivencia- me tragué la emoción y tuve que cuidarme de cantar o festejar siquiera uno de esos golazos.


lunes, octubre 05, 2009

Simplemente La Negra



La vi en 1992 en un concierto al lado de Alberto Cortez y Nito Mestre. La Negra bailó, tocó el bombo, cantó, y nos regaló la inigualable interpretación del folklore latinoamericano que, gracias a su voz, adquiría la esencia de lo sublime. Algo normal en una artista de su entrega y talento; pero si a lo anterior agregamos que el concierto fue en Bogotá- ubicada a 2600 metros de altura- la fuerza de Mercedes Sosa en el escenario era para quitarse el sombrero. Y el público bogotano se lo reconoció con una lluvia de flores y de aplausos que le arrancaron esa sonrisa que enamoró a todo mundo.

Tenía de compositora lo que Pelé de filósofo, sin embargo, cuando se lanza la pregunta: ¿usted sabe cuál es el autor de Gracias a la vida, Como la cigarra, Canción con todos, Duerme negrito, Que vivan los estudiantes, Alfonsina y el mar, Canción de las simples cosas, zamba para olvidar, Que vivan los estudiantes...? apuesto a que usted, yo y los demás, responderemos: ¿nos creen idiotas? pues obvio: Mercedes Sosa.

Argentina, tucumana, latinoamericana, universal y, sobretodo, del pueblo. Querida y admirada, aunque resistida por esa minoría (muy poderosa por cierto) que ve el polvo de los caminos desde la frialdad de sus torres de arrogancia, no escapó a la persecución y tuvo que salir de su amada Argentina a un exilio que la llevó de continente en continente hasta regresar en 1982 al entrañable país del sur. Eso, en lugar de apagarla, logró el efecto contrario: convertirla en el grito de millones de seres anónimos, humillados y oprimidos.

Ayer despertamos con un vacío en el corazón. Hoy es posible que las cosas sigan su curso normal. Lo único que no volverá a ser igual es la presencia palpable y cercana de esa mujer que llevaba un continente entero en su voz. A ella le agradezco la oportunidad que me dio de sentir la magia de las luciérnagas, el vuelo del cóndor y el abrazo de la tierra.

domingo, septiembre 13, 2009

Borrasca en vuelo

Muelle nacional 3:30 de la tarde. No he viajado mucho en avión. Solamente cuando fui a Cali en 1980, por eso estaba más despistado que quienes aterrizaban por primera vez en Bogotá. Detrás de los cristales aparecían los pasajeros. Algunos arrastraban sus maletas de ruedas, otros sólo llevaban un maletín de manos, los demás no cargaban nada salvo el saco en el brazo o un libro. A mi derecha una caseta en la que los viajeros preguntaban el valor del taxi según su lugar de destino. Detrás varias personas que extendían carteles con un nombre y otros con los símbolos de varios hoteles de la capital.

Miré una y otra vez la pantalla que anunciaba la salida y llegada de los vuelos, y por ninguna parte encontré el que esperaba de Medellín.

-“Si es de Avianca debió ir al Puente Aéreo”, me dijo un señor que, al parecer, también esperaba a alguien.

Aunque tenía razón no le había dicho que mi amiga conectaba después con Europa; eso me dio tranquilidad pues sabía que, de todas maneras, pasaría obligatoriamente por aquí.

Luego de treinta interminables minutos al fin apareció. Venía sonriente. Atravesó la puerta. Levanté la mano para saludarla, pero siguió de largo; ni siquiera se fijó en mí. Caminé detrás de ella y antes de alcanzarla la llamé por su nombre. Se volteó, se quedó mirándome de arriba abajo y dijo:

-“Ay. ¿Acaso no eras gordo?"

Me limité a reír. Sólo nos conocíamos por fotos y siempre salgo muy cachetón. Tal vez por eso me vio pasadito de kilos.

-“Venga le doy un abrazo” agregó y en seguida nos estrechamos cálidamente.

Las despedidas suelen ser muy tristes. En nuestro caso, sin embargo, fue un adiós cargado de bienvenidas. Hablar sin parar durante más de dos horas, brindar con café y cerveza y entender que, después de un año de compartir en la distancia, logramos consolidar frente a frente la amistad.

Han pasado tres semanas y hasta ahora pude sentarme a escribir estas palabras. Todavía escucho el ruido de los aviones, las voces de los pasajeros o visitantes ocasionales del aeropuerto, como también tengo grabadas las lágrimas de los que se van y de los que se quedan. Aún saboreo el café de ese no lugar en el que el tiempo es una absurda circunstancia; pero, sobre todo, recuerdo aquella presencia entrañable que se materializó el 26 de agosto y que- según me cuenta en un mensaje- le está yendo de “puta madre”.

Allá, al otro lado del charco, un viento repentino arribó procedente de Bogotá- Locombia. No sé en cuál estación andarán por el viejo continente. Seguramente dentro de algunos meses llegue el invierto. Lo único que me importa es que pude darle mi cariño y ella, además de corresponderlo, me dejó su alegría antes de perderse lentamente en ese pasillo que la llevaría a cumplir su sueño y a continuar con su historia de amor.

-“Tu vida- mi paisita hermosa- da para que escribas una novela”.

domingo, agosto 30, 2009

Bariloche: cumbre de caricatura


Quedé preocupado por la calidad humana e intelectual de la mayoría de nuestros gobernantes latinoamericanos. Después de las imágenes de UNASUR en Argentina no sé si reír o llorar; más bien acudo a una frase de cajón: “que entre el diablo y escoja”.


Antes que nada me parece urgente hacerle un homenaje de desagravio a la señora Bachelet. A parte de ser coherente en sus discursos- muy seria y mesurada- es una mujer digna de admiración, respeto y merecedora de piropos. Mientras algunos mandatarios del continente (Correa, Chávez y Alan García) se dedicaron a echarle los perros a Cristina Fernández de Argentina (con muchísima razón, dicho sea de paso), a Bachelet ni siquiera la miraron. Por favor señores ¿dónde está la caballerosidad? Les recuerdo que la Presidenta de Chile también formaba parte de la mesa.


Muy circunspectos se veían los jefes de estado embutidos en sus traje y asfixiados por las corbatas (salvo las honrosas excepciones de Evo Morales y Correa). Quizás a eso se debió que el Presidente Lula de Brasil manifestara su negativa a que se televisara la cumbre. Debe ser una tortura permanecer siete horas sentado, sin poder quitarse el saco o, aunque sea, aflojarse la corbata. Aplaudí emocionado el gesto de Cristina Fernández cuando se despojó de su chaqueta, pero de inmediato su asesor de imagen le hizo caer en cuenta que eso iba en contra del protocolo. Finalmente se arrepintió de dar un toque necesario de informalidad.


Si de oratoria se trataba me pareció deplorable el espectáculo. No es posible que hombres curtidos en la materia (Chávez y Uribe por ejemplo), acostumbrados a hablar horas y horas en sus eternos programas de los fines de semana, hayan terminado dándole tantas vueltas al asunto hasta el punto de perderse en los laberintos del lenguaje. Inclusive al pobre Uribe, literalmente, se le traspapeló la palabra. Me dio pena ajena (es el Presidente de mi país) verlo frágil e impotente al momento de responder las inquietudes, pues no encontraba las hojas en las que él mismo había escrito. Fueron dos minutos largos, muy largos en los que se notó desubicado . Es que no es lo mismo dirigirse los sábados- a veces los domingos- en su tono enérgico de capataz de finca a colombianos humildes, que enfrentarse a sus colegas en igualdad de condiciones.


No sé cómo serían antes las reuniones. Presumo que aburridísimas. Por eso Chávez, con su lenguaje coloquial, su sentido del humor y su trato cálido, se convirtió en una especie de mascota de las cumbres. Me temo que, sin embargo, ya no le comen mucho cuento. En esta oportunidad lo percibí muy acartonado. Además pecó por su impuntualidad; y al hacer un chiste con su retraso- responsabilizando a Lula- lo único que consiguió fue poner de mal humor al mandatario brasileño. A partir de ahí Lula se volvió un viejito chocho. Manifestó a cada rato su incomodidad, regañó a Correa y se quejó de la falta de seriedad en el recinto. Los que esperaban una pelea de gallos “colombo-ecuatoriano-venezolana” terminaron presenciando la vaciada que les pegó Lula Da Silva a los asistentes.


El tema sobre el cual giró la reunión es de suma importancia: la presencia de militares estadounidenses en siete bases militares de Colombia. Un periodista colombiano crítico del gobierno de Uribe, Daniel Samper, escribió hoy en su Columna del periódico EL TIEMPO:


“Lo que más me preocupa sobre el alcance de la intromisión estadounidense es un documento oficial que repartió a algunos congresistas colombianos nuestro Gobierno, supuestamente para tranquilizarlos. Allí dice que el acuerdo con Washington se desarrollará "en materia de lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y otras amenazas de carácter trasnacional (subrayo)". ¿Qué amenazas? Si son "otras", es claro que no tienen relación con subversión y drogas. ¿A qué, pues, se refieren? ¿Y por qué trasnacionales? ¿Cumplirán acaso misiones militares más allá de nuestro territorio?”


Lamentablemente el documento final de Bariloche no abordó el problema en su magnitud sino que, más bien, fue un ridículo esfuerzo por dejarlos contentos a todos. Uribe impidió que se condenara al país por el acuerdo firmado con el gobierno de los Estados Unidos, pero no consiguió que se declarara- abiertamente y con nombre propio- terroristas al grupo guerrillero de LAS FARC. Chávez leyó un texto que circula en internet llamado “Libro blanco” en el que, al parecer, está la estrategia del gobierno de Obama para dominar a Latinoamérica, pero no obtuvo el consenso que esperaba y que buscaba considerar a Colombia amenaza continental. Correa descansó un poco de las acusaciones de colaborador de la guerrilla colombiana, pero sigue en la mira de quienes sostienen que su país es un santuario de LAS FARC.


Los demás jefes de Estado demostraron que aún falta muchísima actitud, convicción y orgullo para exigir explicaciones ante el peligro que significan soldados estadounidenses en suelo colombiano. Es una amenaza real y causa extrañeza que países como Chile, Uruguay y Argentina hubieran olvidado que en el pasado las dictaduras militares tuvieron apoyo de dicha potencia extranjera. Imagino a Obama muerto de la risa viendo la transmisión de UNASUR (si es que la vio) aún cuando no deja de ser revelador que, pese a la debilidad de la declaración final, hay un sentimiento palpable: Latinoamérica grita GRINGOS GO HOME.


jueves, julio 30, 2009

Divagando en el asfalto

Un nuevo espacio nace de mis sueños. Hoy quiero compartir con todos ustedes- mis cómplices de la sensibilidad- una idea que he venido madurando desde el año pasado: mis talleres de Narrativas y Lecturas Urbanas.

Siempre he sido un caminante de la ciudad. Un viajero que recorre día a día las calles y avenidas de Bogotá. A veces lo hago guitarra en mano cantando en los buses; otras cuando voy de mi casa al trabajo. Las demás simplemente disfrutando de cada sensación que me produce lo inesperado. Por eso decidí emprender un viaje en el que cada cual tenga la suficiente libertad para imaginar, construir, reconocerse y percibir su ciudad.



Quedan cordialmente invitados a tomar los talleres. Un encuentro con las cosas que, día a día, pasan al frente de nuestros ojos, se visten de cotidianidad y que se convierten en los trazos del boceto de esa cultura urbana tan cercana pero a la vez tan indescifrable. Se trata entonces de aprehender las diferentes lecturas que nos ofrece la ciudad, la literatura urbana y,en ese contexto, disfrutar de las narraciones que cada uno haga como resultado de su percepción acerca de los paisajes cosmopolitas.



Bienvenidos. Existen todavía muchos territorios por descubrir.

lunes, julio 20, 2009

colombia es pasión


Dicen que te trajeron hace muchísimos años para satisfacer las excentricidades de un señor llamado Pablo Escobar. Cuentan que por esa época-finales de los setenta, inicios de los ochenta- se consolidó el fenómeno del narcotráfico y nuestro país se llenó de aquel dinero producto del negocio ilícito de drogas. En fin. Lo único cierto es que llegaste de África directico a una Hacienda de nombre Nápoles, ubicada en el Departamento de Antioquia, en la que Pablo Escobar hizo un zoológico con especies exóticas de todo el mundo; entre ellas tú mi querido hipopótamo. No sé cuál es el trámite para que autoricen el comercio de esa clase de animales, tampoco los requisitos de entrada a nuestro país. Supongo que la plata manda y, por supuesto, aquel que la tenga hace lo que le dé la gana. Recuerdo que la Hacienda Nápoles se volvió muy famosa. Tanto que en ella se filmaron varios comerciales de diferentes productos. Y cuando los veía siempre pensé que esos paisajes eran de otros lados; no de Colombia. Lo dicho: la platica lo puede todo.


El esplendor de la hacienda se mantuvo hasta el asesinato de Pablo Escobar en diciembre de 1993. Esa tarde un grupo élite, conformado por ejército, policía, DAS (Departamento administrativo de seguridad) y, además, asesorado en la sombra por gringos de la CIA y gente del Cartel de Cali (igual de mafiosos pero queridísimos, menos perseguidos y más aceptados por la sociedad) dieron muerte al capo en el tejado de una casa en Medellín. Mientras tanto tú, inocente del futuro que te esperaba, te dedicabas a recorrer, en compañía de tu hembra, el enorme pedazo de tierra que te habían destinado.


Las propiedades de Escobar pasaron a manos del Estado. Pobre de ti, amigo mío, y de tus 1500 compañeros. La negligencia es una de nuestras principales características. Por eso a la Hacienda se la tragó la maleza- inclusive la selva- y nadie fue capaz de diseñar una estrategia para atender y alimentar a tantos animales. Entonces hambriento te largaste con tu hembra hace dos años siguiendo la ribera del río Magdalena. Y, en ese instante, empezaron tus problemas.


En este despelote- mal llamado país- hay muchísima ignorancia. No quiero generalizar. Al fin y al cabo entendería el miedo y la sorpresa de quienes se encontraban contigo. Imagino que asustarías niños con tu presencia o, de pronto, atacarías animales. Es posible que hasta te hubieras defendido de las agresiones. Pero eso no es suficiente para que te consideraran un peligro ambulante y, fuera de eso, transmisor de quién sabe cuantas enfermedades. Lástima que no hayas podido disfrutar del encanto de esa región, inspiradora de compositores poetas y novelistas. Lejos de tu lugar de origen, abandonado a tu suerte, te condenaron. Resultó más fácil pegarte cuatro balazos que buscar la manera de atraparte y llevarte a un lugar adecuado.


Pepe te llamaban cariñosamente los campesinos de esa zona. Y PEPES era una sigla que significaba PERSEGUIDOS POR PABLO ESCOBAR. Eso quiere decir que, al igual que al jefe mafioso, te persiguieron hasta acabar con tu vida. Debes sentirte orgulloso. Te dieron de baja dos expertos de la Federación colombiana de tiro y caza deportiva (Fedetiro) apoyados por una tropa del batallón Calibio del glorioso ejército Nacional. No descarto el sobrevuelo del avión fantasma encargado de detectar la presencia del enemigo y establecer las coordenadas. Tampoco la reunión de emergencia en el Palacio de Nariño en la que, Presidente y ministros, se enteraban de los pormenores del operativo. Es que al Jefe del Estado le fascina estar al mando de todo (así sea a control remoto).


Luego de tu muerte se armó un alboroto muy al estilo “Locombiano”. Las voces de protesta no se hicieron esperar. Y lo que se mostró como una sabia decisión de las autoridades ambientales del país, se transformó en un acto de crueldad y salvajismo (también muy del estilo “Locombiano”). Por ahí supe que los “Caza recompensas” andan tras la pista de tu hembra (Matilda) y de tu hijo (Hipo). Y eso que el Ministerio del Medio Ambiente suspendió la orden de aniquilarlos.


No te preocupes Pepe. En poco tiempo ya nos olvidaremos de ti. Te aseguro que mañana sucederá algo que distraiga a la opinión pública. Por ejemplo que un guerrillero arrepentido llegue ante la fiscalía de un municipio con la mano de su exjefe metida en una bolsa. Es que se necesita esa prueba para demostrar que lo mató y así poder cobrar la justa recompensa.


De una u otra manera pienso que hay muchos hipopótamos (HP) en Colombia. Un número cada vez mayor de HP a los que atacan por pensar o ser diferentes:


Son HP los desplazados, los indigentes, los gay, las prostitutas, los pobres (más del sesenta por ciento de los colombianos),los indígenas,los negros, los sindicalistas, los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, los desaparecidos, los jóvenes muertos por “falsos positivos”, los opositores al actual gobierno, entre otros...


Existe, sin embargo, un grupo distinto de HP que, aunque menor en cantidad, es muy poderoso a la hora de exacerbar el ánimo de los compatriotas. Por algo "Colombia es pasión” fue escogido como eslogan para vender la imagen del país en el exterior. Precisamente a ese grupo pertenecen los auténticos y verdaderos HP:esos Hijos de Puta que autorizaron tu muerte y los que, posteriormente, la ejecutaron.




viernes, junio 26, 2009

Pía Barros: el laberinto de las microficciones

Cada color un sentimiento, cada sentimiento una palabra, cada palabra una imagen, cada imagen un cuento y, al final, la escritura se convierte también en un pretexto. Un pretexto para reconocernos en la sensibilidad.

Pía Barros, escritora chilena, inauguró el festival de la revista El Malpensante con lo que más le apasiona a parte de la creación literaria: compartir y transmitir el conocimiento en sus talleres.
Ante un auditorio de aproximadamente treinta personas nos invitó a soñar al abrir esa puerta de la imaginación que se esconde en las cosas más sencillas: hojas de varios colores, algunas caricaturas y, por supuesto, la fuerza de la palabra. Salieron tantas historias como imágenes y cada uno tuvo la oportunidad de echarlas a rodar. Porque ese es el sentido de los talleres de Pía: romper el hielo, integrar a los participantes y tejer relatos que,a pesar de ser
individuales, nacen precisamente de aquel intercambio de voces.


Habló de lo cotidiano y de lo académico. Reconstruyó sus inicios en los años de la represión Argentina. “Por esa época las reuniones estaban prohibidas por los milicos. No había posibilidad de realizar talleres. Y cuando nos encontrábamos en tertulias clandestinas los hombres,generalmente, empezaban a hablar de literatura muy tarde, justo después del juego de la seducción y el licor”. Por eso se dedicó a rotar la palabra y generar los espacios donde mujeres humildes contaban sus vidas a través de cartas que, más adelante, pegaban en las estaciones del metro. Entonces la contundencia de ese discurso se esparcía- igual que un eco- en los cruces de calles y avenidas.


Confesó que es una lectora compulsiva de la ciudad. En cualquier esquina se encuentra una historia. Basta leer los innumerables grafitis que se pasean itinerantes por los muros y sorprenderse ante esas pocas líneas capaces de reflejar todo un Universo.Un buen ejemplo de "Microficción", género cuya brevedad no admite facilismos aparentes. De ahí la importancia de dejarse llevar por ese detonante que no es más que el cosquilleo en el estómago, producto de un momento único e irrepetible. Puede ser una imagen, un gesto, una conversación, un recuerdo...


El tiempo fue corto, pero muy bien aprovechado.Además de la microficción nos ofreció un panorama de técnicas narrativas de grandes autores. Es el caso de Julio Cortázar y su cuento "Casa tomada". En él un sujeto indeterminado se encarga de guiarnos(o de perdernos) en la tensión que genera lo que carece de identidad.


Regresamos al juego aunque, a decir verdad, jamás lo abandonamos. Hubo espacio incluso para lo anecdótico. Mientras Pía desarrollaba la sesión una de las asistentes dijo: "disculpen que interrumpa. Me acaba de llegar un mensaje de texto diciendo que murió Michael Jakcson". Luego de uno que otro comentario salimos de esa trampa que nos tendió la globalización. Quizás se trató de uno de esos detonantes a los cuales hay que hacerle caso. A lo mejor nace una historia. Lo único cierto es que, en medio de la claridad y el sentido del humor de Pía Barros, la palabra tuvo, además, el privilegio de sumergirse en buenas dosis de picante e ironía.