ACTO I
PRIMERA ESCENA: Urapán en alguna calle de la ciudad. Se escucha el “Allegro man troppo, un poco maestoso” del primer movimiento de la Sinfonía No 9 en re menor OP 125 de Ludwig Van Beethoven.
URAPÁN: “¿Qué podría decirles un humilde árbol de ciudad? Solitario, en medio del silencio, veo cómo poco a poco la tarde cae mecida por una ráfaga de viento helado. Ya casi es de noche. Con seguridad los bohemios se disponen a profanar la inocencia de la Luna. Algunos vagarán sin rumbo; otros cantarán con sus gargantas impregnadas de licor y cigarrillo. Los demás se sumergirán en el ambiente de lujuria que desata las más bajas pasiones. Pero ¿Qué veo? Precisamente allá viene Libardo. Ohhhhhhhh ya lo imagino: llegará dispuesto a cebarse sobre mi tronco inerme, bañándome en los desechos de la ebriedad de sus penas. Pobre de mí ¡Qué noche me espera!. Las estrellas titilan tristes a lo largo y ancho de la bóveda infinita… los perros ladran a lo lejos… se siente el desarraigo…”
(Entra director)
DIRECTOR: “¡PAREN, CORTEN, DETENGAN ESO! ¿Dónde está el libretista?”
(Entra libretista)
LIBRETISTA: “Aquí señor…”
DIRECTOR: “Pedazo de imbécil. Nunca había leído tantas estupideces juntas. Esto es lo más cursi y ridículo que he presenciado en toda mi vida. Además la música. ¿En qué época cree que estamos? Le recuerdo: SIGLO XXI, año 2008, planeta tierra. Y ¿Qué es esa pendejada del tal Libardo cebándose sobre el tronco con la ebriedad de sus penas? ¿Ha leído alguna vez a los poetas malditos? ¡No, qué va, supongo que no tiene ni la menor idea! Mejor escuche:
“Cuando agoto mis sueños de bebedor asiduo, de cuarenta cuartillos, sin ningún sobresalto me recojo y expulso el ácido residuo.
Tierno como el señor del cedro y los hisopos, meo hacia el cielo oscuro, muy lejos muy alto, con venia y beneplácito de los heliotropos…”
¿Comprende? En este poema de Rimbaud el tipo, cuando tiene ganas de mear, ¿Qué hace?: pues mea, simplemente mea. No evacúa, M-E-A.
LIBRETISTA: “Usted disculpará señor, pero es que esto es arte…”
DIRECTOR: “¿Y qué? ¿No se le ocurrió una cosita menos adornada? Arte por el arte, nunca se le olvide. No vuelva a disfrazar las palabras, no sea idiota.
Descanso general mientras nuestro “experto” en dramaturgia replantea esta novelita rosa”
(Entran aseadoras)
ASEADORA 1: “Otra vez nos va a dar la madrugada en el teatro”
ASEADORA 2: “Mija, es que el Director es muy exigente. Todo tiene que salirle siempre a la perfección”.
ASEADORA 3: “¿Y a nosotras qué nos importa? Allá ellos con su obrita. Igual, somos simples aseadoras. Qué vaina, nos perdimos la telenovela de las diez, es injusto…”
SEGUNDA ESCENA: Urapán solitario en alguna parte de la ciudad. Se escucha la canción Míster Jones de Sui Géneris:
“Míster Jones abrió la puerta vio a su madre recién muerta y la sangre en el chaleco se limpió.
Guardó a su madre en el ropero, le puso más leña al fuego el invierno muy crudo se avecinó.
Llamó a su esposa y le dijo: mamá está muerta en el ropero, por supuesto si yo la asesiné.
Ella puso mal la mesa le hundí un hacha en la cabeza y la sangre el tapizado me manchó…”
URAPÁN: "¡MALDITA SEA, ODIO LA CIUDAD! Claro, es que aguantarse las cagadas de los pájaros, el humo de los carros, las orinadas de los niñitos. Y eso que no les he contado las vomitadas de los borrachos asquerosos que en la madrugada llegan envueltos en sus miserias. Es más, ya lo sabía, por allá se acerca el pobre diablo de Libardo. Lástima que no pueda esconderme o-por lo menos- recibirlo con una trompada. Ni un policía; jajajajaja, qué ingenuo de mi parte. Si la autoridad está más perdida que cualquiera. Será escuchar el rosario de amarguras que acostumbra a escupir de su boca podrida, como lo harían las balas que salen de una metralleta.
(urapán se voltea y grita)
Y ustedes ¿qué miran? VAYÁNSE A LA MIERDA…”
(Entra Director)
DIRECTOR: “¡PAREN, CORTEN INMEDIATAMENTE, ES EL COLMO! ¿DÓNDE CARAJOS ESTÁ EL LIBRETISTA?”
LIBRETISTA: “Aquí señor ¿Ahora qué sucede?”
DIRECTOR: “¿CÓMO QUÉ SUCEDE? ANIMAL, debería pegarle un buen patadón en el adminíCULO. ¿Se da cuenta? Le dije que no fuera tan dulce, pero jamás que se pasara al otro extremo…”
LIBRETISTA: “¿Luego así no es la realidad?”
DIRECTOR: “Vea mi adorable cretino, los caminos del lenguaje son ilimitados. Usted-supuestamente- es creador, un aprendiz de literato más bien. ¿Le queda muy difícil usar las metáforas? También podría echar mano de la imagen. ¿O se le olvidó que esto es teatro? Sí, es la realidad; sin embargo no juegue a ser Dios. Mucho menos tiene licencia para ofender al público.
¡LE DOY LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD!
Descanso general, esperemos a que este tarado deje algo que por fin valga la pena”
(Entran aseadoras)
ASEADORA 1: “Qué cantidad de basura, definitivamente va a tocar ponernos a reciclar”
ASEADORA 2: “Y eso que el director es supremamente limpio. El otro día lo encontré comiéndose una presa de pollo con guantes en sus manos…”
ASEADORA 3: “Y a nosotras ¿qué nos importa? Sólo somos simples aseadoras. Ay ¿Alguna tiene que me preste para el bus? Estoy más pelada que la colita del niño Dios…”
TERCERA ESCENA: Urapán solitario en alguna parte de la ciudad. Se escucha el silbido del viento, la lluvia y varios truenos.
URAPÁN: "Ciudad ¿en dónde estás? Ya nadie viene a visitarme. Ni siquiera aquellos bohemios locos, mucho menos los niños dulces que salían de escuelas y colegios. Los pocos transeúntes se pierden en la bruma incierta del anonimato. Libardo, por ejemplo, desapareció sin dejar rastro. Ahora sólo veo sombras pasearse victoriosas de lado a lado. ¿Soledad colectiva? ¿Fin de la historia? ¿Ya no existen las utopías? Cuántas nostalgias nutren el transcurrir de mis días. Y lo peor de todo es que no puedo gritarle al mundo que necesito urgentemente aunque sea un mendigo que duerma bajo mi sombra protectora.
(Lentamente el urapán gira, se pone de frente a los palcos y plateas y grita)
“USTEDES SON LOS ÚNICOS CULPABLES”
CUARTA ESCENA: Se escucha un redoble de tambores que genera expectativa. Entran aseadoras con baldes en sus manos y se dirigen al auditorio. Cada una se ubica en diferentes extremos
ASEADORA 1: "Ya limpiamos y barrimos".
ASEADORA 2: "Ya recogimos"
ASEADORA 3: “Y ahora devolvemos”
(Enseguida lanzan al público el contenido de los baldes: orines, excrementos, frutas podridas, basura… Entra Director)
DIRECTOR: “PAREN, CORTEN HAGAN ALGO. ¿Qué se hizo el libretista?”
(Entra utilero)
UTILERO: “Señor, acabo de verlo correr hacia la salida”.
DIRECTOR: “Bajen ya el telón”
UTILERO: “No podemos señor, se trabó”
CUARTA ESCENA: Hecatombe y destrucción sistemática del teatro. El público enfurecido arroja la silletería, invade el escenario, trata de quemarlo… Por fortuna las sirenas anuncian la llegada de los bomberos y de la policía, que evita el linchamiento de Urapán, director, aseadoras, utileros... Finalmente alguien logra bajar el telón.
ACTO II
PRIMERA ESCENA: Comentario acerca de la obra en un periódico de circulación Nacional:
“Se estrenó con éxito inusitado la esperada obra VARIACIONES PARA UN MONÓLOGO DE VOCES DISPERSAS CON PARTICIPACIÓN DEL PÚBLICO. Luego de las dos primeras funciones (en sitios diferentes) es tal su aceptación que se da como un hecho su presentación en jardines infantiles, colegios, universidades, iglesias, juntas de acción comunal, parques, cárceles, etc.
Desde que usted se sienta, la sociedad desfila al frente de sus ojos sin ninguna clase de disfraces o pudores. Podríamos asegurar que la dramaturgia contemporánea expone hoy su nivel más encumbrado. En cada escena la ya conocida frase “Todo lo sólido desvanece en el aire”-de Carlos Marx- adquiere visos de profecía. Ni Nostradamus, Julio Verne o Marianneti (el futurista ¿lo recuerdan?) fueron tan capaces como el genio alemán de representar en sus nuevos paradigmas la ruptura del orden establecido. Quizás un adelantado a todas las épocas, Michel Foucoult , con sus instituciones totales y esa intrincada maraña de límites que padecemos los mortales, logra acercarse a la simetría del vacío propuesto por el padre del comunismo.
Durante las dos, tres, cuatro, cinco horas del monólogo (dependiendo de la participación del público) el juego de voces, sonidos y sensaciones deja en el ambiente su inconfundible huella. De ahí que el desenlace, abiertamente escatológico, sorprenda y lleve hasta el paroxismo a la noble, audaz y –por qué no- respetable concurrencia.
A guisa de conclusión afirmamos, sin temor a equivocarnos, que en muy contadas ocasiones se tiene la oportunidad de vernos reflejados- de cuerpo entero- en el espejo de lo cotidiano. Es así como, finalmente, el lenguaje juega a las escondidas con los espectadores y los arrastra hacia las fronteras de un abismo sin fondo. Y todo lo anterior gracias a esas imperceptibles cachetadas envueltas en fino y delicado papel de celofán. Por eso ustedes -amigos lectores o amigas lectoras- no duden en asistir a este grandioso evento. Les podemos asegurar que saldrán renovados; inclusive con ganas de bailar, reír, cantar o-sencillamente- componerle un bolero al viento…”
SEGUNDA ESCENA: “Boletería agotada por los seis meses siguientes. No insista, espere la próxima temporada” (Anuncio del Teatro ahora itinerante por obvias razones)