sábado, marzo 29, 2008

Sin historia ni futuro





Aunque tengo un pasado, como el de ustedes, quisiera borrarlo de mi memoria. Voy de un lado al otro; conozco cualquier cantidad de caminos, pero desgraciadamente no me llevan a ninguna parte. Tampoco tengo nombre, me des-bautizó la violencia que llegó una mañana para dejar en mi alma una herida imborrable. Me dijo: “Vete ya, no eres nadie”. Ahora soy simplemente la sombra anónima de una mujer real, sin sueños y pocas esperanzas. No me queda nada, salvo el sudor en mi frente, el dolor de mis pies cansados y una sed interminable. Preferí vivir porque no soy capaz de matar a una mosca, mucho menos atentar contra mí; pero me acostumbré a mi aspecto de fantasma sin mucha piel y huesos débiles.
Mi familia desapareció: esposo, hijos, primos, sobrinos se esfumaron igual que el polvo cuando el viento pasa sin poder atraparlo; ni siquiera mi perro se salvó de la pesadilla y terminó siendo el festín de los chulos que buscan carroña al borde del río. Solamente sé que camino, camino, camino sin parar... y las veces que me detengo a causa del cansancio, me rechazan como si tuviera una enfermedad contagiosa. No hay sonrisas, miradas tiernas, palabras bondadosas. Me han cerrado las puertas posibles y de las imposibles no hablo; es mejor que las ilusiones pertenezcan a quienes tienen la oportunidad de imaginarlas.
Ya me voy, me espera la incertidumbre de llegar a donde jamás me han invitado. Si, es triste y doloroso, lo sé. ¿Para qué quieren saber mi nombre? ¿A caso no les dije que no tengo ninguno? Si insisten pueden llamarme “desplazada”… A secas y en minúsculas, no hace falta que lo griten; al fin y al cabo a nadie le importa...no se darán cuenta.

jueves, marzo 27, 2008



Palabras para un lugar desconocido

Este texto forma parte de un ejercicio para el taller de crónica al que asisto actualmente. La idea es tratar de describir la foto que aparece y recrear la atmósfera. Juzguen ustedes si se logra el objetivo. Un abrazo.


Los colores de la fachada mantienen la sobriedad que no le ha quitado el transcurrir del tiempo. El Blanco de las paredes y el café de sus puertas y ventanas, más que contrastar, parecen un juego provocador y deliberado.

A primera vista se asemeja a la estación del tren, característica de los pueblos caribeños de comienzos del siglo XX; solo que la imagen se pierde de inmediato en la bruma de un espejismo. Podría ser también la estructura fantasmal de un gran colegio o tal vez el armazón del prestigioso hotel de épocas de derroche y locura. A lado y lado, árboles milenarios y palmeras colosales, resaltan la figura de aquella mole de cemento vigilada por solitarios faroles que iluminan sus noches de nostalgia.

Paso obligado, cruce de caminos, testigo silencioso de la historia y-por qué no- también su protagonista. Al atravesar la puerta principal una sensación de fuego envuelve al visitante con su aliento. La madera tiene marcadas las señales del humo y un fuerte olor a ceniza satura el ambiente. ¿Naturaleza muerta? Nada más alejado de la realidad, porque la llamarada invisible que allí habita es el punto en el que coinciden pasado, presente, futuro. El amplio salón alberga un sinnúmero de cajas amontonadas y- esparcidas en el suelo- pedazos de hojas traídos por un viento inexistente, conforman un colchón inverosímil. Las máquinas descansan, al igual que los hombres que las manipulan. Solamente se escucha el rumor de un bolero rezagado, que brota de alguno de los salones de baile aledaños:

“Ojos negros, piel canela

Que me llegan a desesperar.

Me importas tú y tú y tú…”

Las escaleras suben o bajan, mientras las huellas del hollín acompañan el recorrido. En cada piso el olor a quemado se acentúa, solo que ahora llega mezclado con un aroma que recuerda plantaciones acariciadas por el viento. Una que otra voz alerta los sentidos: son los ecos de los habitantes del lugar que, día a día, comparten la faena. En el último nivel aparecen ordenados cientos de uniformes, guantes, botas, protectores para ojos, manos, bocas. Y en ese momento ya no hay espacio para las dudas: quizás-justo en este instante- los trabajadores de la Real fábrica de Tabacos Partagás dan rienda suelta a sus emociones, al tiempo que, hacia el otro lado del mundo, un barco va cargado con el producto final de un tiempo en el que las luchas continúan.

miércoles, marzo 26, 2008



Trazos de la fantasía

A veces me gusta disolverme en un espacio sin tiempos ni límites conocidos.

Allí es el lugar del reencuentro, la pradera en la que corre, brinca, cae y se levanta el niño que llevo en mi corazón.

Tendido en la hierba, mis ojos de detienen en nubes que siempre cambian de figura. Juego a adivinar rostros ausentes, animales mitológicos, flores colosales, palabras que jamás he dicho. Es la paz, mi estado de reconciliación con el mundo.

Luego vuelvo a la realidad, pero esta vez mis labios dibujan una sonrisa. Camino con la frente en alto, de cara al sol y respiro profundo solo para decirte que también espero ansioso el regreso de las luciérnagas.

Y tú ¿Qué ves aquí?

sábado, marzo 22, 2008



Sin la sutileza de los verbos

Soledad masiva, paradoja del siglo XXI a pesar de las nuevas tecnologías. Tal vez una ilusión similar a la de las sombras en la pared, producto del fuego en el mito de la caverna de Platón.

En mi habitación, al frente de la pantalla del computador, el espejismo de una sociedad sin distancias ni fronteras:imágenes,palabras, sonidos; ¿Y la risa, el llanto, el dolor, la alegría?. Nada, simplemente ondas en el aire.

Y al mismo tiempo, el drama del invierno en China; la crudeza de la guerra en diferentes latitudes; la crisis económica de Estados Unidos y su consecuencia en los demás países; el último gol de Ronaldiño; la hambruna interminable en África; el conflicto colombiano y la metástasis en las naciones vecinas y un largo etcétera de ejemplos del texto de una realidad, muchas veces ajena y carente de sentido.

Blanco o negro, sin otros matices, ni siquiera el gris en su inefable esencia. ¿Mundo contemporáneo? ¿Fin de la historia? ¿Confusión de ideologías?.

Quizás la incertidumbre ante al paradigma del NO LUGAR de las utopías, sin la fantasía de los sueños, ni el mágico cordón de aquellas pequeñas cosas: El poema de una flor, un bolero o un atardecer; la sinfonía del helado de chocolate, el algodón de azúcar o el café en las mañanas; la pureza de la sonrisa de un niño, el aroma de la tinta en el papel, el destello maravilloso de las luciérnagas o el eco melancólico de las
cigarras.

ENTRA

Autor: Carlos Eduardo Rojas Arciniegas
País: Colombia

Hay puertas que se cierran de un sólo golpe y quedan selladas por los eslabones del olvido.

Hay ventanas frágiles y desnudas, sin cortinas ni persianas, empañadas por el frío de la ausencia.

Hay jardines detenidos en otoños que despojan las semillas, resquebrajan los tallos, enredan las raíces, arrancan una a una las hojas del calendario.

Hay escaleras sin peldaños, caminos de herradura, zarzos en árboles invisibles, calles y avenidas que se pierden en laberintos de tristeza.

Más hay fachadas inocentes de barro, arena y ceniza,

mareas de charcos cotidianos,

un hilo que se filtra a través de las rendijas,

una mota de algodón.

un colchón de azúcar,

una cucharita de madera,

un café para tus mañanas.



Con este poema participo en el segundo Concurso de Poesía de Heptagrama

viernes, marzo 21, 2008

Risa para compartir

Les Luthiers es un grupo argentino que lleva más de treinta años haciendo música y humor.
Dedico este video a todos los visitantes de mi blog, para compartir un momento de alegría.

martes, marzo 18, 2008




Escribir el futuro

Mis manos se aferran a la hoja en blanco y a mi lado la tinta espera el momento para danzar en el papel.

Recorro una y otra vez los límites en los que mi imaginación insiste en descansar. A la larga la inspiración llega sin previo aviso, igual que la tormenta de arena o que el batir de alas de mariposa desde el otro lado del mundo. No importa si las imágenes se desprenden de sueños absurdos; tampoco si fueron huellas de presencias ahora lejanas e inalcanzables. Basta sentir el cosquilleo en el estómago, la sed del caminante, la angustia del desterrado, el miedo a lo desconocido.

La ventana es quizás el único puente que me une con la realidad. A fuera se desata un torbellino de seres que se cruzan sin tocarse. Sus miradas no se encuentran, se pierden en el vacío de la soledad masiva, el tedio y el anonimato. Aquí soy yo y todos a la vez. Me dejo acorralar por los fantasmas del pasado, los espejismos del presente, las utopías del futuro.

Quiero escribir lo que he vivido, lo que vivo, lo que me falta por vivir. No tengo certeza alguna, pero me sobran los motivos. El olor a madera de la mesa rústica y el movimiento de una llama que no se desvanece purifican el aire cargado de frío y misterio. Ya es tiempo de entregarme a la fantasía solitaria y tenebrosa del hacedor de historias. Es hora de contar las voces ignoradas que se esconden en tantos esqueletos cubiertos de carne y sueños.



La vida, un ladrido


¿Recuerdas que te ayudé a nacer? Aún tengo presente aquella tarde. Estaba solo en casa; de pronto escuché el gemir de tu madre. Subí rápidamente y, aterrado, noté algo que luchaba por salir de sus entrañas. No imaginas lo nervioso que me puse. Como tú sabes, soy de los que no pueden ver sangre, ni siquiera la propia; entonces ¿Qué debía hacer? ¿Quedarme parado? ¿O asumir mi papel de hombre con los pantalones bien puestos? Encendí un cigarrillo mientras tu madre trataba de desalojarte sin causarte daño; y aunque la naturaleza es sabia, en ese momento me di cuenta de que había dificultades. Sin pensarlo dos veces llamé a la veterinaria. Me contestó la asistente y de forma atropellada le conté lo sucedía. Cuando terminé me calmó y me dijo: “Tranquilo; simplemente acérquese a la perra, acaríciela y si nota que no puede sola tome suavemente al cachorro y ayúdela”. No sé de dónde saqué valor. Respiré profundo, me eché la bendición y me encaminé despacio, en dirección de la hembra en trabajo de parto. Cuando llegué algo me conmovió profundamente: parecía pedir auxilio con su mirada. Jamás vi unos ojos tan suplicantes, llenos del brillo característico de los que ya no aguantan más. Me olvidé de temores, dudas, ascos, en fin, de todas aquellas cosas que a lo largo de mi vida me impidieron seguir adelante; y apoyado en en mi amor hacia quien ha compartido tantos años a nuestro lado, agarré suavemente esa especie de masa que buscaba ser liberada. No tuve que hacer mayor cosa; fue cuestión de dar una mano en el momento oportuno. Finalmente presencié el milagro de la vida en toda su grandeza. Te limpié con una toalla y empezaste a tomar forma. Cabías en la palma de mi mano; quise retenerte, pero otra vez esos ojos suplicantes me dijeron sin palabras que necesitaba estar contigo. Sonreí, te puse en su regazo y los dejé solos.

Hoy volví a experimentar esa sensación de paz en el comienzo de este año. Ahora tu madre ya no está, se fue para siempre; sin embargo gracias a ella comencé a entender el verdadero significado de la palabra solidaridad.

domingo, marzo 16, 2008


Un premio que me da fuerza y esperanza

La creación literaria es para mí una de las profesiones más solitarias e ingratas de cuantas existen. Siempre que me enfrento a la hoja o a los espacios en blanco, siento un vacío terrible en el estómago. No importa si se trata de un texto para algún trabajo o simplemente por el simple hecho de jugar con las palabras. En todo caso la angustia se apodera de mí y ahí entiendo la frase que dibuja de cuerpo entero el drama de quienes intentamos cultivar este arte: "Escribir a veces es un parto".

Pensaba en todo aquello esta mañana cuando al conectarme, lo primero que veo es que desde España la hermosa eli me otorga un premio. Entonces recordé que una de las cosas que más disfruto en la actualidad es leer las expresiones de sensibilidad del los cibernautas en sus blogs. A partir de ahí decidí retomar el mío y después de casi un año de ausencia y silencio, empecé a reconstruír ese espacio que había dejado por razones que ni yo mismo entiendo. Ahora sonrío al sentir que valió la pena. Conocer hombres y mujeres que comparten la pasión por la escritura, es un privilegio y un motivo para mirar un horizonte de esperanza. Muchas gracias a las amigas y a los amigos que me han permitido intercambiar sentimientos y emociones. Sepan que los llevo en el corazón.
Finalmente quiero destacar la generosidad de eli. Empezamos a leernos y a comentarnos mutuamente hace apenas dos semanas y eso bastó para que nuestras palabras se identificaran en el sentimiento más bello que puede nacer entre dos seres humanos: la amistad.

Me corresponde en este momento otorgar el premio a cinco blogs, tarea nada fácil realmente. Estos son mis cinco elegidos:

Alicia
http://enelpaisdealiciamaria.blogspot.com/

Runas
http://lamagiadelasrunas.blogspot.com/

Compartimos?
http://lacucebe.blogspot.com/

Sibyla
http://elblogdesibyla.blogspot.com/

¿Escritora o escribidora?
http://escritoraalacarta.blogspot.com/

Un abrazo de corazón

Carlos Eduardo









sábado, marzo 15, 2008



Lluvia de violines

Venían por la carrera séptima, cinco cuadras antes de llegar a la Plaza de Bolívar. El público impaciente dejaba escuchar sus silbidos, mientras la caravana de la ilusión se acercaba cada vez más. Solamente se alcanzaba a ver humo, luces rojas y las siluetas de varias personas encaramadas en un camión. Aparecieron entonces decenas de hombres y mujeres ataviados con prendas festivas que acompañaban a pie las imágenes y los sonidos de aquella escena surrealista. Cuando se hicieron por fin completamente visibles, todos nos dimos cuenta de que cinco hombres, vestidos de negro y que tenían dibujados huesos a manera de esqueletos, eran los que-desde el camión- ejecutaban la música. Se trataba del primer cuadro de un espectáculo que se tomó otra vez la noche bogotana en la Plaza de Bolívar. Los músicos de “ultratumba” tocaban rock con guitarras eléctricas y batería, al tiempo que los otros personajes de la comparsa salieron corriendo y se treparon en el escenario. Allí estaban dispuestos tambores de todos los tamaños que esperaban las manos para ser interpretados; al cabo de unos segundos la percusión se tomó los cuatro costados de la plaza. Poco a poco el rock y el ritmo frenético de los tambores disminuyeron y de repente del cielo cayó una verdadera lluvia de violines. Una orquesta de cámara, integrada por un violonchelo, dos violines, una cantante y una acróbata, surcó los cielos de la capital. Al compás de la armonía terrenal, una serenata cósmica penetró en los corazones de los bogotanos.

Música del firmamento y de la tierra, orgía de melodías industriales y barrocas que se unieron por el puente de los movimientos mágicos de la contorsionista . La hipnosis colectiva no impidió que la multitud gritara, bailara, palmoteara; y al final de nuevo el regreso a casa, después de haber vivido un sueño tan real como las letras que ahora escribo. En esta oportunidad gracias a la compañía de teatro Transe Express de Francia.

miércoles, marzo 12, 2008


Noche sublime de magia y misterio(Dedicado a las amigas y amigos de España que me han honrado con su visita a esta casa)


A las 6 de la tarde llegué a la Plaza de Bolívar. Tuve el privilegio de caminar por el centro de Bogotá, justo a la hora en la que el sol da paso a la dama de la noche. Me senté en el atrio de la Catedral Primada mientras observaba cientos de palomas que, inquietas, buscaban su refugio; encontré a mis dos hermosas cómplices y, entre charla y charla, presenciamos un preámbulo de lo que más tarde sería el arte en todo su esplendor.

Allí estaban La Orquesta Sinfónica de Colombia, El coro de la Universidad Corpas y un grupo de ilustres visitantes que arribaron a nuestra patria en su travesía interminable: los gitanos. El ensayo fue cálido, sereno y a la vez majestuoso. Hacía frío, la lluvia golpeó furiosa a la ciudad durante la tarde y en ese momento la temperatura bajó a niveles inenarrables. Mucha juventud entre los asistentes, aspecto que me llenó de esperanza. Es un milagro que cada dos años se logra gracias a la terquedad hermosa de Fanny Mikey, directora y fundadora del Festival Iberoamericano de teatro de Bogotá.

7 de la noche, las melodías de la Sinfónica y las voces del Coro empezaron el espectáculo denominado "Misa Flamenca: los gitanos le cantan a Dios". De repente sonaron las palmas, los taconeos y el cante en su máxima expresión. En medio de la armonía celestial de la música clásica se desgajó el aguacero salvaje,potente y misterioso del flamenco. Tito Losada era el gitano mayor, el director de aquellos cantaores y tocaores que dejaban el alma en los ladrillos helados de la Plaza de Bolívar.

Lo que siguió no tiene descripción; o tal vez sí: Un abrazo de fuego, una ráfaga de sentimientos milenarios, un temblor de pasión sin límites. Jugaban las voces del coro con el cante de los gitanos y los instrumentos de la orquesta se fusionaban de manera exquisita con el vuelo inalcanzable de las guitarras y las palmas.

Un Padre Nuestro doblegó los espíritus y -especialmente a mí- me llevó al llanto dulce del que recibe una caricia en el alma. En ese instante apareció de la nada un bailaor que galopaba en un caballo imaginario por las calles y avenidas de Bogotá. Había que verlo exorcizar los demonios que se apoderaron de los sueños, para entender hasta qué punto su danza fue un conjuro contra la tristeza.

Terminó el embrujo, la fantasía dejó su puerta entre abierta y un aplauso delirante reconoció la grandeza de aquel concierto apoteósico. Estoy seguro que hasta Dios sonrió.

Regresar a casa así es como resucitar. La luna se dejó seducir por la música y en mi corazón quedó grabada para siempre una huella de amor y paz. Muchas gracias.


martes, marzo 11, 2008


Te veo y no te reconozco


Me cuesta mucho imaginar que tu camino finalmente no coincidió con el mío. Supuse que nos encontraríamos en otro tiempo; aposté a descubrirte en los asientos vacíos del cine, en las bancas silenciosas del parque, en la silla de un destartalado bus a punto de salir de circulación.

En cualquiera de los no lugares que frecuento me inventé una sonrisa para saludarte; elaboré un monólogo de posibles bienvenidas y hasta me atreví a dibujar tu rostro en la servilleta de nuestro último café. Por eso me parece imposible que seas tú la que llega ahora sin avisarme.

Lo tenía todo absolutamente preparado, nada había quedado al azar y podría incluso asegurarte que te recordé en mis dulces sueños y en mis pensamientos más sombríos. Está bien, como siempre Tú tienes la razón; no voy a contradecirte justamente hoy, cuando apareces después de tantos años con una sonrisa nueva, una mirada que abarca el futuro, una silueta detenida en aquel pasado que no me esperó. Dejaré que me envuelvas en el misterio de tu viaje sin retorno y cerraré los ojos si por alguna razón te veo y no te reconozco.

domingo, marzo 09, 2008


Hoy...
(dedicado a lamagiadelasrunas)


¿Será demasiado tarde? ¿Para qué?

No hay respuestas posibles a preguntas que se deslizan en el tobogán de mis emociones. Así voy por la vida, con una sed constante de nuevas utopías; descubriendo primaveras donde hay inviernos, suponiendo que más allá del límite de lo desconocido existen miles de puertas abiertas.


En una estación de mi viaje interminable, encontré un momento de paz. Me dejé seducir por los silencios que proponen las entre líneas; apacenté la oveja descarriada de mi revolución interior y le dí el alimento de la calma. Luego me tumbé en la hierba y sentí el abrazo espontáneo de la madre tierra.

Ahora una parte de mí se levanta renovada, dispuesta a continuar el recorrido.

Escucharé los murmullos de la naturaleza, disfrutaré cada una de sus sublimes sinfonías y después te invitaré un café, por que quiero transmitirte sin palabras el placer que produce ser acariciado por los sonidos del universo.

Te lo diré en silencio... mirándote únicamente a los ojos.

miércoles, marzo 05, 2008


Cuestión de tiempo

Mañana será demasiado tarde y nuestro hoy simplemente una recta con final. Por eso ponte el vestido rojo encendido, ese que te hace ver como la hoguera que consumió mis ilusiones. Mientras tanto tomaremos un vino viejo; dulce o amargo, lo definiremos antes de que los grillos se vayan a dormir. Bailaremos, cantaremos y, quizás, lloraremos; pero, por favor, engáñame un poquito. Hazme creer que tu magia continúa intacta para mí. Desata una tormenta de pasión sin importar que la soledad sea en adelante mi dulce y tenebrosa compañera. Después seca mis lágrimas con tus besos, lentamente, desalojando de mi rostro las posibles huellas de tristeza. Y cuando te vayas definitivamente, deja bien cerrada la puerta; tal vez intente salir por la ventana, si no encuentro la llave en el fondo de aquel jarrón de flores marchitas.

domingo, marzo 02, 2008


La fuerza de la palabra


Ella danza en medio de la oscuridad, la ausencia y el miedo a lo desconocido. Es un oasis que crea mundos de fantasías y desaloja los fantasmas que acosan en la soledad. Aunque para algunos sea un arma de guerra, si se teje con el hilo de los sueños genera vida y esperanza.

Es amiga y cómplice, también alimento espiritual. A su lado el tiempo se detiene y solo pasa cuando el punto final coincide con el abrazo cálido y sereno de la amistad.

Y a veces es un túnel, el camino que se forja en el laberinto de la vida cotidiana