Los colores de la fachada mantienen la sobriedad que no le ha quitado el transcurrir del tiempo. El Blanco de las paredes y el café de sus puertas y ventanas, más que contrastar, parecen un juego provocador y deliberado.
A primera vista se asemeja a la estación del tren, característica de los pueblos caribeños de comienzos del siglo XX; solo que la imagen se pierde de inmediato en la bruma de un espejismo. Podría ser también la estructura fantasmal de un gran colegio o tal vez el armazón del prestigioso hotel de épocas de derroche y locura. A lado y lado, árboles milenarios y palmeras colosales, resaltan la figura de aquella mole de cemento vigilada por solitarios faroles que iluminan sus noches de nostalgia.
Paso obligado, cruce de caminos, testigo silencioso de la historia y-por qué no- también su protagonista. Al atravesar la puerta principal una sensación de fuego envuelve al visitante con su aliento. La madera tiene marcadas las señales del humo y un fuerte olor a ceniza satura el ambiente. ¿Naturaleza muerta? Nada más alejado de la realidad, porque la llamarada invisible que allí habita es el punto en el que coinciden pasado, presente, futuro. El amplio salón alberga un sinnúmero de cajas amontonadas y- esparcidas en el suelo- pedazos de hojas traídos por un viento inexistente, conforman un colchón inverosímil. Las máquinas descansan, al igual que los hombres que las manipulan. Solamente se escucha el rumor de un bolero rezagado, que brota de alguno de los salones de baile aledaños:
“Ojos negros, piel canela
Que me llegan a desesperar.
Me importas tú y tú y tú…”
Las escaleras suben o bajan, mientras las huellas del hollín acompañan el recorrido. En cada piso el olor a quemado se acentúa, solo que ahora llega mezclado con un aroma que recuerda plantaciones acariciadas por el viento. Una que otra voz alerta los sentidos: son los ecos de los habitantes del lugar que, día a día, comparten la faena. En el último nivel aparecen ordenados cientos de uniformes, guantes, botas, protectores para ojos, manos, bocas. Y en ese momento ya no hay espacio para las dudas: quizás-justo en este instante- los trabajadores de la Real fábrica de Tabacos Partagás dan rienda suelta a sus emociones, al tiempo que, hacia el otro lado del mundo, un barco va cargado con el producto final de un tiempo en el que las luchas continúan.
9 comentarios:
Y tanto que lo logras. Escribes de miedo, ya me gustaría a mí conseguir esos efectos tan evocadores con sólo palabras.
Un abrazo.
hola, para mi has logrado el objetivo segun tu descripción, pero realmente no tengo ojos de critica para saber si esto es asi!!!
A mi me gustas como escribes, tienes un don muy especial, pero es mi percepción...
yo te pondría un 10, jaja
besos
He atravesado la plaza y he entrado en el edificio; he oído chirriar la puerta al abrirse. Percibo el olor a humo y ceniza, y escucho ese bolero tan bonito..."ojos negros, piel canela...", allí, como a lo lejos. Me viene el aire húmedo del puerto y el sonido de la sirena del barco, cargado de tabaco y de historias, partir para ultramar.
Si,has conseguido meterme en el ambiente de esa imagen.
Besos
"las huellas del hollín".... describen casi todo.
Muy bueno, profe,
muy bueno!
Me quedo en una banca de la estación, esperando mi destino.
(La de arriba fui yo...perdón en mi menor :)
Pedro, de nuevo me siento orgulloso de poder transmitir emociones con palabras. Un abrazo.
Cecy, eres una autoridad en la materia. En tu espacio cabalga la magia de las palabras y en tu corazón la ternura de una niña maravillosa. Un beso.
Tú mi querida Irene me llevas constantemente a descubrir el mundo en tu espacio Eres un hada vestida de hermosa guía.
Ferípula, aún en ese espacio aparentemente vacío hay acordes de guitarra, frases de una mujer que sueña y la mano dispuesta a ayudar. Ya encontraste tu destino amiga, ese banco somos todos los que buscamos una sonrisa y tú nos la das con el corazón. Un beso.
NOSTALGICOS Y BELLOS TU RELATO, DERREPENTE ME VEIA EN ESE BELLO LUGAR, QUIZAS VENIA EN ALGUN COCHE DE AQUEL TREN, SIN CONOCER NADA NI NADIE, PERO EL ALMA ME VOLVIO AL CUERPO, CUADO UNA JOVEN Y BELLA DAMA CANTO A MI OIDO "me importas tu y tu y tu y solamente tu"
UN ABRAZO DESDE CHILE...
Carlos,, no habria mejor forma de describir esa fotografia,, muy buena reseña,, te felicito... un saludo desde la Realidad...
Carlos Eduardo, me gustó tu modo de describir esa fotografía, en realidad tus palabras transmiten
imágenes y sensaciones. Me imaginé recorriendo el amplio salón y cada detalle que narraste, pero me sorprende más lo breve de tu relato, para decir lo mismo yo hubiese necesitado varias carillas.
Pasé para agradecer tu visita y comentario y me quedé recorriendo tu espacio, es muy interesante y agradable.
Es muy tarde ya, pero volveré por lo que me falta.
Conozco del tipo de contradicciones a que te refieres y sé de "democracias" que no difieren en mucho de algunas dictaduras. Es necesario el ejercicio de la "memoria" y los reclamos por justicia y verdad, justamente para que no se repitan...¡nunca más!
Un abrazo, un beso y mi corazón para la Paz en tu país.
Irma
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