
Anoche me encontré con tus palabras. Desde hacía tiempo escudriñaba en todos los rincones tu voz plasmada en el papel. Y por fin hallé aquel librito que un día le dedicaste a papá. Estaba en el fondo de uno de mis cajones, agarrado por un gancho legajador a una carpeta de cartulina gruesa. Al lado de cientos de hojas llenas de poemas mecanografiados de grandes autores de Hispanoamérica, hay un cuadernillo –también mecanografiado- en el que se lee, a manera de prólogo, lo siguiente:
“En el estudio de este pequeño libro de grandes obras encontramos, en la primera parte, recuerdos de un pasado que nos expresa los sentimientos de una mujer que amó con todo su corazón, pero que el destino quiso que esos amores se truncaran, tal vez para que en un presente (como lo es la segunda parte) encontrara la felicidad que en otros brazos no pudo hallar.
Así pues quiero expresarle a la autora mis más sinceras felicitaciones por el contenido de este libro (especialmente en su segunda parte)”.
Carlos Alberto Rojas.
Enseguida aparecen las letras de la autora, quien hace una breve introducción y, posteriormente, una hermosa dedicatoria:
“En estas sencillas pero sentidas palabras, quise plasmar lo que siente el corazón, advirtiendo que estos trozos, que tienen la pretensión de ser versos, han sido escrito a través de mi vida y por una mano inexperta…
Carlos:
Estos pequeños versos son la expresión sincera de lo que ha sentido mi alma. Y te los dedico con todo el corazón porque en tu cariño hallé una grata comprensión y la gran paz que siempre anhelé para mi espíritu que se encontraba abatido antes de conocerte. Guarda este presente como recuerdo de nuestro hermoso aniversario.
Con todo mi amor
Martha Cecilia Arciniegas Rodríguez
Bogotá, diciembre 29 de 1965”.
A continuación dos poemas de mamá de los que dedicó a papá y que son el testimonio de una mujer enamorada del amor y de la vida.
Y LLEGASTE TÚ
Mi vida era una sombra de lúgubre nostalgia
sin anhelos, sin luz, sin amor y sin fe,
más llegaste un día y con misteriosa fragancia
me enseñaste lo hermoso que en el mundo es volver a creer.
Antes de conocerte estaba llena de angustia
mi existencia era un continuo padecer,
más luego comprendí que con dulzura
te habías apoderado de mi dolor y de mi ser.
Yo sólo quiero que comprendas,
sufrí mucho con mi triste soledad,
las horas que viví fueron eternas
y cuando te vi olvidé que existía la maldad.
Ahora me embarga una gran tristeza
tengo miedo de amar y padecer
aunque siempre pedí a Dios con fortaleza
encontrar a alguien me pudiera comprender.
Yo te ofrezco, humilde y muy sincera,
lo poco que alcanzo yo a valer
un corazón atormentado por la pena
y un alma que quiere renacer.
No me engañes jamás yo te lo pido
sólo quiero entregarte todo mi amor,
darte la vida en un solo latido
y vivir para siempre sin dolor.
Toma todo lo que yo te entrego,
en un arranque de inmensa realidad
y vivamos con este gran sosiego
que nos dará la dicha por toda una eternidad.
LO QUE ANHELA EL CORAZÓN
Cuando las voces del amor se quiebran
y las palabras del silencio hablan,
brotan la cielo cual cálido incienso
en ruta tenaz de una esperanza
Yo conocí la angustia
anidó en mi alma por mucho tiempo
y creí que mi alma estaba mustia
que era incapaz de vibrar al amor que siento.
Dicen que cuando se ama no se olvida
pero es imposible alentar el sentimiento
cuando en el ser que amas ya no anida
el amor que juró y es cruel tormento.
Llegar a la orilla de tu destino
será lo que mi alma siempre ansía
obligar a tu corazón que se abra al cielo
para mirar en la estrella de tu vida.
No alzar tu corazón a esa altura
donde está nuestra estrella iluminada
sería como dejar el alma entera
en una soledad para siempre abandonada.