Por dármelas de caballero casi te rapo la botella de agua.
-Permíteme yo la abro.
Mis torpes manos intentaban girar una tapa que salía a presión. Sólo había que quitar el plástico y sacarla suavemente. Pero no. Insistí en darle vueltas, vueltas y vueltas hasta que, en un atisbo de cordura, rasgué el sello de plástico, jalé la tapa y… te mojé. Te ayudé a secar a punta de servilletas- no llevaba pañuelo - mientras tú me mirabas y sonreías.
Te extraño mucho. Estamos llenos de recuerdos y de certezas. Nos quedaron miles de sonrisas, canciones, sueños. Ahora nos corresponde jugar un poco a las escondidas. Quién sabe. A lo mejor algún día desaprendemos a contar y en uno de esos números irracionales nos encontremos.
Una estación. Una parada. Luego arrancar. Y tu vuelo libre es una invitación a buscarte en cada tarde de lluvia. Te quiero, gracias por regalarme el brillo de tu corazón.
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Es la una de la madrugada de un sábado mágico. En este momento los dedos corren, se posan en el teclado y dibujan con palabras el sentimiento. Que nunca perdamos la dulzura, no importa el vació, la tristeza o la melancolía. Siempré habrá un lugar del Universo en el que podamos soltar las amarras, tejer utopías ligeras como plumas y protegernos bajo la sombra del árbol más querido. Escucha los ecos del batir de alas de mariposa... Mañana abriré la ventana y sé que el viento traerá tu abrazo de primavera, a cualquier hora, inclusive en el tic tac de nuestros relojes que no miden el tiempo, aunque sí desbordan el diminuto espacio de la realidad.
4 comentarios:
Esta es tu casa. Siempre. Te espero. Ven. Aquí puedes descansar.
Ni los recuerdos ni las utopías se irán, jamás.
Saludos desde las alturas del Perú.
Es muy bonito lo que has escrito, paso de casualidad, y la casualidad me emociona.
Amado mago de mi corazón, al fin pude escribir aquí en tu espacio, no se que le pasó al internet. Te dejo un abrazo desde México.
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