martes, agosto 26, 2008

Carta a una abuela Mapuche


Abuela, quiero que me cuentes la historia de tu pueblo. Aunque hasta ahora te conozco me basta con saber que eres dueña de un territorio; de una pradera ilimitada finamente adornada de colosales cordilleras, que se extienden a lo largo y ancho de tu país. Ahora hablas desde las profundidades del desconsuelo y tus lágrimas brotan mientras tu bandera se levanta libre y victoriosa. Aprendí a entender que los soles, lunas y estrellas que la conforman son reflejo de la conexión de tu gente con los cuatro elementos del universo; quizás por eso el dolor que sientes al ver cómo el hombre blanco profanó la sangre de la tierra.

Muy cerquita de ti, en un país grandote y verde, el mismo hombre blanco decidió acabar lentamente con el pulmón del mundo. El Amazonas desaparece entre bailes de samba, goles de Ronaldiño y caipiriña por montones. Si te diriges hacia el norte, justo debajo del canal de Panamá, los aviones derraman día a día la arrogancia de los poderosos para erradicar los cultivos ilícitos; pero- al mismo tiempo- hombres y animales mueren sin entender a qué horas se involucraron en una guerra que sólo beneficia a unos pocos. Y si miras más allá del mundo, al otro lado del charco, te aterrarás al comprobar que existe una de las tantas razas excluídas y humilladas. Te enterarás entonces de que los gitanos-por ejemplo en Italia- tienen que dejar impresa su huella digital(inclusive los niños) como una especia de cruel pasaporte que los señala igual que a los parias.

Ayer supe que regresaron los odios de quienes pretenden desconocer el derecho que tienes a disfrutar de un mundo que ha sido construido por tus manos, tu corazón y tu aliento. Por eso no dejes nunca de contar tu historia, la única y verdadera; fíjate que se parece tanto a la mía, a la de mis hermanos, a la del planeta entero. Y siempre recuerda que tu voz llegará hasta el fin del mundo si es preciso. No olvides que las ondas son atajos por las que vuelan los sueños y las ilusiones... también las realidades y las utopías.


http://meli.mapuches.org/ Conozcan la represión al pueblo Mapuche en Chile

domingo, agosto 24, 2008


Deseos


Recomiendan que los deseos no deben contarse para que se hagan realidad.


Hoy, cuando mi imaginación se detiene en los límites del mundo, quisiera gritar a los cuatro vientos todos mis sueños. Por ejemplo decir que anhelo volar muy alto, libre, solitario o acompañado.


A veces las palabras salen atropelladas, sin perfiles definidos, convirtiéndose en frases de cajón. Entonces me detengo un instante, reflexiono, intento darle coherencia a mis pensamientos, pero los constantes desvaríos se deslizan en una sinfonía inconclusa de bruma y silencio.


Al filo de la media noche no es fácil plasmar en el papel ni siquiera un verbo que me redima de las profundidades. Pero ¿por qué un verbo? Quizás sea el pretexto para creer que la magia y la fantasía aún caminan de la mano. Por eso no ocultaré mi deseo: reencontrar una sonrisa.


Amanecer

Hoy la ciudad está vacía pero no mi alma. Quienes se marcharon volverán algún día trayendo en su equipaje las huellas de sus pasos; es mi turno de abandonar los socavones de la melancolía.


Me corresponde despojar de su manto de bruma a los fantasmas para atrapar mis ilusiones. Construyo las bases del edificio en el que guardaré cada uno de mis sueños y en mi habitación preparo un manjar de música y palabras tan dulce como la miel. Tampoco olvido que el fuego consume y purifica, por eso- en las noches- me dedico con paciencia a cocinar el menú incierto de mis emociones.


Le dije a la soledad “vete, no quiero más tu compañía”. Antes de partir me miró triste-mas no vencida-y desapareció, dejando en las paredes su rastro inconfundible de frío y niebla.

Huellas y desierto


Desierto, punto de encuentro de sueños extraviados. ¿Cuántas veces vagué a lo largo de parajes desconocidos y sentí un vacío igual al de tu quietud inexplicable?

Ya no sería el mismo si me detuviera en medio de tu silencio. Iría resuelto a enterrar los últimos vestigios de derrotas anunciadas, muros de tristeza, temores infundados.

Llevaría mi guitarra y fecundaría tu aridez, ahuyentando las sombras que se posan como grietas en tu soledad. Luego descansaría entregado a tu paz de tiempos arrebatados y rompería las cadenas que laceran y aniquilan las ilusiones.

jueves, agosto 21, 2008

Trascender


Un espíritu libre y aventurero desató las amarras para un viaje sin retorno.

Por un instante no hubo capitulaciones; bastó imaginar el abrazo de las olas cuando alcanzan a las rocas. Allí, en ese pacto silencioso de elementos, el universo se fragmenta; luego regresa al agua y fluye...lentamente fluye.

Necesidad de dejar mis huellas bien marcadas en la arena; urgencia por arrastrar las redes colmadas de mariposas en receso; premura por dibujar un arco iris en medio de la noche.

Mi voz sigue intacta a pesar del humo; todavía canta, juega con el aire, se revuelca en los ritmos entrañables de los grillos verdes que a veces encienden una lucecita. Y entonces vuelvo a entonar una canción sin nombre; agazapada en el diapasón de mi memoria, escurridiza, traviesa, divertida.

Mañana habrá que reinventar el espacio, recapitular acontecimientos, reagrupar golondrinas dispersas, redescubrir el sabor de la primavera.