viernes, octubre 31, 2008

Resplandores

Dibujo sobre cartulina negra con color blanco

Autora: Luisa Fernanda González, artista colombiana


Aleteó su sombra en recovecos de soledad y silencio.
Alcanzó la otra orilla ágil como una mariposa.
Se alojó en el viento con su danza de estrellas en cada una de sus alas.
Atravesó el umbral que la separaba de la cara oculta de la Luna.

Fue también música, sueño, palabra.


La noche reclama, convoca, domina, atrapa. Ella es la dama que seduce los inefables semblantes de viajeros anónimos del tiempo. Nadie puede escapar a su embrujo. Una orden suya y la bruma desciende en una ligera capa de espejismos. Luego vigila detrás del árbol más querido y sale convertida en retazos de tinieblas.

Existencia tejida por filigranas de recuerdos.
Resplandor de un amanecer que evade colores y matices.
Rumores dispersos de ecos olvidados.


Recoge uno a uno los pétalos de la margarita que deshojaste. Ahora tu mirada se pierde en el vacío de un te quiero, mientras el primer rayo de sol dibuja tu silueta y una nube perfila el brillo de tu imagen misteriosa.

Se hizo pensamiento después de un crepúsculo en el que las certezas se desgajaron ausentes de prejuicios.

lunes, octubre 27, 2008

Abundancia


El título de este texto es el mismo de la preciosa imagen que lo acompaña, regalo de mi querida amiga Alicia María Abatilli.

Caminar por las márgenes de la hoja en blanco es mi aventura diaria. Allí, en medio de esa superficie inexplorada, la tinta se convierte en árboles, los puntos en suspiros. Más adelante una coma irrumpe divertida y me devuelve sin posibilidad de apelaciones a mis orígenes. De repente el paréntesis emerge como un barco abandonado en el mar de las ilusiones. Aparece imponente con velas encendidas ondeando banderas de colores. El capitán es un pirata que carga un loro al hombro, usa parche en el ojo y tiene pata de palo. Después de dar la orden arremete para arrebatar algún tesoro y enseguida pasa de largo, hasta perderse en el último signo de interrogación que lo llevará a los límites del mundo. Nada es en vano, todo tiene algún sentido; por eso las palabras dibujan rostros, hablan al oído, cantan en susurros prolongados. Muchas veces gritan, otras callan y se desbocan en diálogos interminables entre personajes sombríos, fantásticos y -casi siempre- muy humanos.


El hambre de mi espíritu hace que dude a veces de la plenitud de una corriente extraviada de brisa primaveral. Podría incluso asegurar que el frío no es culpa de las ausencias; tampoco de mis nostalgias. Simplemente es una broma de mis pensamientos que suelen agazaparse y a la vez me obligan a buscar sonrisas detrás de muros etéreos de bruma o silencio.


Anoche me dejé arrastrar por aquella marea de personajes cuyos rostros me hablan desde su dimensión de ensueño. De historia en historia fuimos retomando el hilo de tantas horas de fantasía, mágicos lugares, situaciones inverosímiles, caídas, levantadas, angustias, llanto, risa. Y esta mañana al levantarme, luego de ese viaje a lo largo y ancho de las profundidades de mi alma, me di cuenta de que la vida se encuentra en las cosas más sencillas. Cuál no sería mi sorpresa al constatar que la mesa estaba llena; entonces, dispuesto a subir el telón que me separa de mi esencia, comprendí que en las musas nunca me han abandonado y silban en mi oído la melodía misteriosa que se esconde en lo cotidiano.

viernes, octubre 24, 2008

Soledad contemporánea




En línea recta, separados por el vacío, viajamos como destellos del pensamiento. Vamos sin saber el punto de llegada, simplemente entregados a la fantasía creadora de las ilusiones.


¿Te encontraré?


Si lo supiera no nos habríamos despedido con aquel abrazo tan fuerte, presagio de ausencias que desgarran. La última vez te vi alejarte sin mirar atrás. Te fuiste envuelta en tu aura coloreada de sepia, igual que una foto de principios del siglo XX.


¿Dónde estarás?


Desde aquella tarde esperé alguna señal de tu sonrisa o por lo menos una carta disfrazada de primavera. Me acostumbré a ignorar al gallo loco de la tercera casa que insistía en cantar con puntualidad pasmosa a las cinco de la tarde. Procuré escapar al acoso cotidiano de la mariposa negra clavada en la cortina- ya casi disecada- y aprendí a contar el eco de la llave descompuesta; concluí que en su caída cada gota arrastraba los minutos que te llevaste con tu ausencia.


¿Volverás?


Ahora no hay certezas, las inquietudes languidecen en la penumbra del gris que ilumina tenuemente nuestra habitación. Noche a noche desocupo las colillas del único cenicero y me entretengo viendo cómo se estrellan los zancudos en la red transparente de tu olvido.


lunes, octubre 20, 2008

Me atrevo


¿Creías que por lo menos no lo intentaría? Pues bien, aquí estoy, saludando el alba desde mi orilla de flores otoñales.

Amanece a medias; transcurren segundos de inagotable espera y tú ahí, rostro inefable, quietud de vientos ausentes y huellas en receso.
Siempre existirá la llave que entre en la cerradura; no hay candado que impida que se cuele una tímida pincelada de nostalgia en las noches de bohemia.

Podríamos dejar para mañana el silencio que se aloja en nuestro reflejo de la vitrina en una calle desierta. Y seguiríamos andando-sin embargo- los dos, unidos bajo el paraguas que nos protege de las inclemencias del tiempo.

Te llevo a tu casa, soy todo un caballero. Hasta que tus pasos se pierdan en el callejón sin salida permaneceré como testigo. Salvo que te encuentres con la gata de todos los tejados, mi sombra quedará pendiente; a no ser que decidas subir junto a la de las siete vidas y te de por huir hacia lo desconocido.

Guárdame el último destello de tus ojos; no me dejes huérfano de mi imagen antes de que te marches. Y ten en cuenta que las escalera se apoyan en el vacío, igual que los latidos de mi corazón; solo así sabrás que los suspiros prolongados son el pretexto que mi pecho busca para atenuar la tristeza de otra noche fría...sin estrellas...sin luna...sin ti.

miércoles, octubre 15, 2008

Reconstrucción







A esta hora mi duplicado andará por ahí, haciendo no sé que clase de fechorías. Es inútil romperme los sesos pensando en qué lugar estará o cuál será hoy su pretexto para desdoblarse de mí.


“Hay una ciudad de espejismos, rompecabezas de imágenes, laberinto de recovecos subterráneos. Subo a un bus. Cargo conmigo mi guitarra. Mis canciones recorren calles y avenidas en un viaje imaginario a través de kilómetros que me devuelven al punto de partida…”


Creo que ya sé en dónde está. La última vez recuerdo haberlo encontrado en una carretera solitaria, llevando una maleta que- según me dijo- iba repleta de ilusiones. Nos saludamos desde nuestras orillas opuestas. Supe que era él porque se escondió tan pronto sintió que lo había descubierto. Luego, en una actitud más de reproche así mismo que de otra cosa, me saludó mientras se alejaba lentamente.



“Estoy en el sueño, a veces quisiera cerrar los ojos y no despertar jamás. Me reconozco en el primer café de la mañana, en el cigarrillo interminable, en la hoja en blanco, en la pantalla del computador, en el último gol de mi equipo amado, en los caminos empedrados de una calle antigua, en las voces anónimas que día a día me reclaman, en la música y, casi siempre, en un Universo creado solamente con palabras…”



Poco importa ya. A la larga se fue y creo que tardará mucho tiempo antes de volver. Dicen que en alguna parte del mundo tenemos un doble, alguien que se parece a nosotros físicamente, una suerte de clon perdido en atardeceres o madrugadas distantes. Pero yo hablo de MÍ duplicado, de esa parte que no encuentro y me hace falta, del hijo o gemelo que desterré. Es tiempo entonces de reconstruirme; uno nunca sabe, a lo mejor sea él quien siempre escribe y yo... simplemente... una copia.



"Tú lo dijiste...no yo"

lunes, octubre 13, 2008

In memoriam


“¡Ya es suficiente!” gritó Martín mientras buscaba, de una vez por todas, la manera de solucionar el inconveniente. Durante la semana se la pasó, escoba en mano, intentando acabar con el asqueroso ratón. Tan pronto lo veía corría detrás de él y siempre sus esfuerzos resultaban inútiles. Decidió entonces acudir a un recurso desesperado.


La melodía de “El concierto de Aranjuez” salía de los bafles de una radiola. Destapó el veneno, pero no había carne o algo que pudiera llamar la atención del roedor. De pronto recordó que tenía un sándwich para la cena. Lo partió, echó el raticida en una de las mitades. Justo en ese momento sonó el teléfono. Se paró. Contestó. Llamada equivocada. Malhumorado se dispuso a seguir con su delicada misión. Ahora tocaban a la puerta. Abrió. Esta vez era un fanático Testigo de Jehová quien- Biblia en mano- quería convertirlo. Lo despachó diciéndole que estaba ante la presencia del mismísimo anticristo y que, además, se encontraba muy ocupado. Volvió y sin darle más vueltas al asunto agarró uno de los pedazos, lo puso en una esquina muy frecuentada por el ratón y finalmente, muerto del hambre, se comió la otra mitad del sándwich…


En su epitafio dice: “Aquí yace Martín gracias a su buena memoria…”