domingo, agosto 30, 2009

Bariloche: cumbre de caricatura


Quedé preocupado por la calidad humana e intelectual de la mayoría de nuestros gobernantes latinoamericanos. Después de las imágenes de UNASUR en Argentina no sé si reír o llorar; más bien acudo a una frase de cajón: “que entre el diablo y escoja”.


Antes que nada me parece urgente hacerle un homenaje de desagravio a la señora Bachelet. A parte de ser coherente en sus discursos- muy seria y mesurada- es una mujer digna de admiración, respeto y merecedora de piropos. Mientras algunos mandatarios del continente (Correa, Chávez y Alan García) se dedicaron a echarle los perros a Cristina Fernández de Argentina (con muchísima razón, dicho sea de paso), a Bachelet ni siquiera la miraron. Por favor señores ¿dónde está la caballerosidad? Les recuerdo que la Presidenta de Chile también formaba parte de la mesa.


Muy circunspectos se veían los jefes de estado embutidos en sus traje y asfixiados por las corbatas (salvo las honrosas excepciones de Evo Morales y Correa). Quizás a eso se debió que el Presidente Lula de Brasil manifestara su negativa a que se televisara la cumbre. Debe ser una tortura permanecer siete horas sentado, sin poder quitarse el saco o, aunque sea, aflojarse la corbata. Aplaudí emocionado el gesto de Cristina Fernández cuando se despojó de su chaqueta, pero de inmediato su asesor de imagen le hizo caer en cuenta que eso iba en contra del protocolo. Finalmente se arrepintió de dar un toque necesario de informalidad.


Si de oratoria se trataba me pareció deplorable el espectáculo. No es posible que hombres curtidos en la materia (Chávez y Uribe por ejemplo), acostumbrados a hablar horas y horas en sus eternos programas de los fines de semana, hayan terminado dándole tantas vueltas al asunto hasta el punto de perderse en los laberintos del lenguaje. Inclusive al pobre Uribe, literalmente, se le traspapeló la palabra. Me dio pena ajena (es el Presidente de mi país) verlo frágil e impotente al momento de responder las inquietudes, pues no encontraba las hojas en las que él mismo había escrito. Fueron dos minutos largos, muy largos en los que se notó desubicado . Es que no es lo mismo dirigirse los sábados- a veces los domingos- en su tono enérgico de capataz de finca a colombianos humildes, que enfrentarse a sus colegas en igualdad de condiciones.


No sé cómo serían antes las reuniones. Presumo que aburridísimas. Por eso Chávez, con su lenguaje coloquial, su sentido del humor y su trato cálido, se convirtió en una especie de mascota de las cumbres. Me temo que, sin embargo, ya no le comen mucho cuento. En esta oportunidad lo percibí muy acartonado. Además pecó por su impuntualidad; y al hacer un chiste con su retraso- responsabilizando a Lula- lo único que consiguió fue poner de mal humor al mandatario brasileño. A partir de ahí Lula se volvió un viejito chocho. Manifestó a cada rato su incomodidad, regañó a Correa y se quejó de la falta de seriedad en el recinto. Los que esperaban una pelea de gallos “colombo-ecuatoriano-venezolana” terminaron presenciando la vaciada que les pegó Lula Da Silva a los asistentes.


El tema sobre el cual giró la reunión es de suma importancia: la presencia de militares estadounidenses en siete bases militares de Colombia. Un periodista colombiano crítico del gobierno de Uribe, Daniel Samper, escribió hoy en su Columna del periódico EL TIEMPO:


“Lo que más me preocupa sobre el alcance de la intromisión estadounidense es un documento oficial que repartió a algunos congresistas colombianos nuestro Gobierno, supuestamente para tranquilizarlos. Allí dice que el acuerdo con Washington se desarrollará "en materia de lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y otras amenazas de carácter trasnacional (subrayo)". ¿Qué amenazas? Si son "otras", es claro que no tienen relación con subversión y drogas. ¿A qué, pues, se refieren? ¿Y por qué trasnacionales? ¿Cumplirán acaso misiones militares más allá de nuestro territorio?”


Lamentablemente el documento final de Bariloche no abordó el problema en su magnitud sino que, más bien, fue un ridículo esfuerzo por dejarlos contentos a todos. Uribe impidió que se condenara al país por el acuerdo firmado con el gobierno de los Estados Unidos, pero no consiguió que se declarara- abiertamente y con nombre propio- terroristas al grupo guerrillero de LAS FARC. Chávez leyó un texto que circula en internet llamado “Libro blanco” en el que, al parecer, está la estrategia del gobierno de Obama para dominar a Latinoamérica, pero no obtuvo el consenso que esperaba y que buscaba considerar a Colombia amenaza continental. Correa descansó un poco de las acusaciones de colaborador de la guerrilla colombiana, pero sigue en la mira de quienes sostienen que su país es un santuario de LAS FARC.


Los demás jefes de Estado demostraron que aún falta muchísima actitud, convicción y orgullo para exigir explicaciones ante el peligro que significan soldados estadounidenses en suelo colombiano. Es una amenaza real y causa extrañeza que países como Chile, Uruguay y Argentina hubieran olvidado que en el pasado las dictaduras militares tuvieron apoyo de dicha potencia extranjera. Imagino a Obama muerto de la risa viendo la transmisión de UNASUR (si es que la vio) aún cuando no deja de ser revelador que, pese a la debilidad de la declaración final, hay un sentimiento palpable: Latinoamérica grita GRINGOS GO HOME.