Una de las primeras imágenes es la de aquel aguacero que
suele desatarse violentamente sobre Bogotá. Las escalera de cemento,
desde las que vienen y van los pasos de los habitantes de ese sector
marginal, parecieran derretirse y, sin embargo, el agua que las baña fluye
hasta perderse en sentido contrario al de esos cerros que, con
seguridad, se encuentran más cercanos al cielo. De ahí en adelante,
empieza una historia que habla de la realidad de miles de jóvenes; una
realidad bien alejada de la encuesta que cada año pone a Colombia entre
los países más felices del mundo. Porque la película “Estrella del sur”
nos muestra, precisamente, ese contraste; y lo hace a partir de una
cuidadosa puesta en escena en la que el manejo de la cámara (especie de
“ojo móvil” que sigue el rastro y se mete en todos los recovecos) la
convierte casi en un documental.
Hay
una pregunta que queda detenida en aire: “¿Qué es para ustedes el
futuro?”; y mientras los jóvenes de último año de un colegio distrital
capitalino piensan en alguna respuesta o, simplemente, dejan pasar el
interrogante sin pena ni gloria, aparecen cada mañana pegadas en los
postes notificaciones amenazantes firmadas por un enigmático “Mano
Negra”. Entonces el futuro se desdibuja y ya no puede ser el sueño de
conocer el mar de una niña grafitera, o la posibilidad de transformarse
en piloto de avión de un compañero de clase; quizá sea el vacío del día
adía del pandillero que sabe que en cualquier momento va a morir. Así,
las probabilidades de un mañana se reducen a una lista (muy diferente a
la de la profesora) en la que están escritos los nombres de los
sentenciados a muerte. Y, al final, la “Mano Negra”, de un pastorejo
con sus dedos, se encarga de decidir cuáles son los frutos “podridos”…
sin importar cuántos frutos “buenos” arrastre en su macabro filtro. Es
el accionar de una "justicia" cruel, despiadada y moralista,
que se esconde en las sombras del anonimato.
“Estrella
del sur” lleva dos semanas en cartelera, pero, otra contradicción, no
se ha exhibido en la mayoría de salas decine de Bogotá. La dirección
está a cargo del joven cineasta de la Universidad Nacional Gabriel
González. La película pudo realizarse gracias a que el guión- escrito
por Gabriel- ganó el premio del Fondo para el Desarrollo
Cinematográfico. Además de obtener un reconocimiento en el Festival de
Huelva- España: “La llave de la libertad”, que otorgan los presos de esa
ciudad.
Menos mal existen todavía artistas
comprometidos con la realidad social. Lo demuestra “Estrella del sur”,
producción que se une a testimonios que nos sacan de la modorra a la que
nos somete la cultura oficial. Recuerdo a “La vendedora de rosas”, por
ejemplo. También a “La virgen de los sicarios” que, aunque no es hecha
por un director colombiano, cumple el mismo objetivo de ponernos al
frente de la crudeza que habita en la cotidianidad y no queremos
reconocer.
Ojalá el voz a voz de quienes ya han visto
“Estrella del sur”, permita que siga en cartelera por mucho más tiempo.
Es una buena oportunidad para acercarnos a la otra Colombia y aceptar
que, antes que nuestra supuesta y publicitada felicidad, tenemos un poco
honroso tercer lugar entre de las naciones más desiguales del mundo.