sábado, marzo 15, 2008



Lluvia de violines

Venían por la carrera séptima, cinco cuadras antes de llegar a la Plaza de Bolívar. El público impaciente dejaba escuchar sus silbidos, mientras la caravana de la ilusión se acercaba cada vez más. Solamente se alcanzaba a ver humo, luces rojas y las siluetas de varias personas encaramadas en un camión. Aparecieron entonces decenas de hombres y mujeres ataviados con prendas festivas que acompañaban a pie las imágenes y los sonidos de aquella escena surrealista. Cuando se hicieron por fin completamente visibles, todos nos dimos cuenta de que cinco hombres, vestidos de negro y que tenían dibujados huesos a manera de esqueletos, eran los que-desde el camión- ejecutaban la música. Se trataba del primer cuadro de un espectáculo que se tomó otra vez la noche bogotana en la Plaza de Bolívar. Los músicos de “ultratumba” tocaban rock con guitarras eléctricas y batería, al tiempo que los otros personajes de la comparsa salieron corriendo y se treparon en el escenario. Allí estaban dispuestos tambores de todos los tamaños que esperaban las manos para ser interpretados; al cabo de unos segundos la percusión se tomó los cuatro costados de la plaza. Poco a poco el rock y el ritmo frenético de los tambores disminuyeron y de repente del cielo cayó una verdadera lluvia de violines. Una orquesta de cámara, integrada por un violonchelo, dos violines, una cantante y una acróbata, surcó los cielos de la capital. Al compás de la armonía terrenal, una serenata cósmica penetró en los corazones de los bogotanos.

Música del firmamento y de la tierra, orgía de melodías industriales y barrocas que se unieron por el puente de los movimientos mágicos de la contorsionista . La hipnosis colectiva no impidió que la multitud gritara, bailara, palmoteara; y al final de nuevo el regreso a casa, después de haber vivido un sueño tan real como las letras que ahora escribo. En esta oportunidad gracias a la compañía de teatro Transe Express de Francia.

1 comentario:

Eli dijo...

Para que todos tus sueños se hagan realidad, para que nunca dejes de soñar, para que siempre puedas ser ese miño que quiere volar....
Hay algo que te pertenece en mi casa.
Un beso