Contra la pared
Tiempo y memoria, caminos desconocidos, márgenes que reinventan la tristeza.
En la soledad del callejón sin salida rebotan las últimas voces que ahogó la madrugada. Fue su canto una invitación al desenfreno y el silencio un dardo inexpresivo que profanó las risas.
Pasaron por aquí, disimularon entre carcajadas la indiferencia y ni siquiera se detuvieron cuando fueron alcanzados por la enredadera de sombras.
Ritmo creciente de las palpitaciones, caminar incierto, ansiedad escondida en el temblor de las manos, sudor frío.
A la vuelta de la esquina los rostros se multiplican, las miradas inefables se compactan y tras bambalinas se deslizan los dedos del hilo que manipula.
Mientras tanto la soledad huye, no quiere compañía, y la palabra se desgrana como un aguacero de sentencias:
"A veces se nos olvida que existimos"
4 comentarios:
Si es que no puedes remediarlo, eres un pedazo de poeta y ya está. Con tus palabras, la existencia se hace más llevadera.
Un abrazo.
Es cierto que a veces nos olvidamos que existimo, aunque tú lo expones de una forma maravillosa, da gusto leerte. un beso
Creo que vos llenás cada espacio de la nada, por eso no coincido con lo de que te olvidas de existir.
Un abrazo Carlos.
Alicia
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