domingo, junio 14, 2009

Pasos en falso


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De niño me decían Garrincha: aquel jugador brasileño de los años cincuenta considerado el mejor puntero izquierdo en toda la historia del fútbol. En realidad no es que sobresaliera precisamente por mi habilidad con el balón; al contrario, resulté tronquito y patadura. Garrincha quiere decir en portugués “pájaro triste y feo”. Sufrió de polio; además era “rodillijunto y patiapartado”. En mi caso el diagnóstico fue “luxación bilateral congénita de caderas” que en “mediqués" (idioma incomprensible de los galenos) significa que las cabezas de los femorales de mis piernas no encajaban en las cavidades de la cadera.


La imagen de un bebé gordito y rosadito en el quirófano, a los pocos años de nacido, podría ser digna de una película de terror. Me intervino uno de los ortopedistas de mayor renombre en Colombia, pese a que mi papá nos tenía afiliados a la seguridad social del Estado. Mamá, sin embargo, puso el grito en el cielo ante el riesgo de dejar a su hijo en manos de la negligencia de un hospital público. Entonces decidieron confiar mis piernas al famoso especialista, por supuesto, en una clínica privada. Meses después de la intervención otro médico advirtió que se presentó una infección postoperatoria. Supongo que algo así sucede con frecuencia. ¿No han visto ustedes a veces en las radiografías tijeras, gasa, hasta guantes dentro del cuerpo del convaleciente? En fin. Volvamos a mi historia: a causa de ese descuido (pues el que me operó no alertó acerca de la infección) quedé lisiado de por vida de la pierna derecha. Aunque, pensándolo bien, creo que desde ahí viene mi filiación social y política ¿Será por eso que nunca me gustaron las derechas de cualquier tipo?...


Desviación de columna (escoliosis) y un horrible juanete son consecuencias del acortamiento de siete centímetros que me acompañó durante gran parte de mi vida. Recuerdo la plataforma que le ponían a mi zapato derecho: una plantilla exterior que, siendo honesto, se veía espantosa. Lo rescatable es que me salvé de calzar zapatillas de moda (Adidas, Nike o Puma) y, en su lugar, apoyé decididamente la industria Nacional: Hevea, Croydon y botas de obrero. Maravillosas las últimas: un patadón causaba estragos. ¿Otra prueba contundente de mis tendencias de izquierda gracias a mi cojera?...


Confieso que me acomplejé bajo diferentes circunstancias. Sobre todo en la adolescencia. En aquella época -en la que las hormonas se despiertan y nos creemos los más duros o arriesgados- no podía hacer ciertas cosas. Un ejemplo: “el conejo”. Nos reuníamos un grupo de desadaptados sociales en una tienda a tomar cerveza. Una vez consumidas alrededor de treinta botellas uno de mis amigos me decía:

-“Carlitos váyase parando y nos espera en la esquina. En media hora nos vamos sin pagar. Si sale al mismo tiempo con nosotros nos agarran y se nos jode el conejo…”

Los 31 de octubre sí que me enfurecían. Generalmente organizábamos fiestas en la “Noche de las brujas”. Siempre trataba de disfrazarme bien para que no me reconocieran. La vez que elegí el de Árabe juré no volver a esas celebraciones. Conseguí una bata larga y negra. Una tela que me puse en la cabeza; barba y bigote postizo; collares, gafas oscuras. Me vestí y le mostré el atuendo a mi mamá. Se aterró por lo irreconocible. Cerré la puerta de mi casa, pasé la cuadra y me acerqué caminando al lugar de la fiesta. En el jardín estaban mis amigos y de pronto Camilo gritó:

-“Que más Carlos, apúrele que la rumba está genial”

¿Cómo diablos me había reconocido…?


“Steve Austin. Astronauta. Su vida está en peligro. Lo reconstruiremos…” Así comenzaba la serie de televisión de los años setenta “El hombre nuclear”: un tipo que se estrellaba en un cohete y luego le ponían brazos, piernas, ojos (¿oídos también?) biónicos que le daban algunos poderes. Lo llamaban “El hombre de los dos millones de dólares…” En 1995 me hicieron un reemplazo de cadera derecha. Lo primero que me sorprendió fue el médico:

“Carlos. Mi nombre es Juan Carlos Rodríguez y lo voy a operar. El doctor Godoy viajó al exterior de urgencia … deberá confiar en mi”

No tenía más alternativa. Fuera de eso la prótesis de cabeza de femoral de titanio que me iban a poner valía cuatro millones de pesos:

-“Por fin voy a ser millonario” grité al conocer su precio.

- “Le vamos a aplicar anestesia local. Por favor voltéese hacia su lado izquierdo y se me queda quietecito. Ni siquiera respire”

¿De qué tamaño será la aguja de esa clase de anestesia? Nunca lo sabré. Lo único cierto es que minutos después no sentía nada de la cintura para abajo. Lo que vino podría resumirlo así: taladro o broca, serrucho y martillazos, cuyas vibraciones percibí claramente pero sin ninguna molestia. Y, finalmente, una voz que sentenció:

-“Procedamos a fracturarlo. Jalen ya”.

Parecía en medio de un taller mecánico o de carpintería. Y yo el carro o la mesa.

- “Doctor el riñón del paciente funciona perfecto. Está orinando”

¿Orinando? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? Lo comprendí más tarde. Introdujeron una especie de sonda en la vejiga. Al otro día una enfermera llegó, me saludó y me dijo:

-“Va a sentir un dolorcito” Y enseguida agarró la manguerita y la sacó de un tirón. No dolió, que va: ¡sólo me quemó!


La recuperación duró tres meses entre la quietud absoluta de ocho días tras la cirugía. Más adelante muletas, bastón, terapias y, afortunadamente, un "burro viejo" que sí aprendió a caminar de nuevo. El acortamiento se redujo a dos centímetros y medio. Ya podía usar zapatos "normales". Aún así resolví seguir apoyando a la Industria Nacional. Tenía 25 años.


Quizás me perdería de actividades como cabalgar (lo siento por los caballos, camellos e inclusive elefantes que no tendrán el privilegio de ser conducidos por este jinete mago) o montar en bicicleta (mea culpa: nunca aprendí). Tampoco lanzarme en paracaídas (la prótesis llegaría antes que yo a tierra ). En cuestiones del amor mi único requisito ineludible-por decirlo así- es que a la mujer que comparta mi existencia le rogaría el favor de amarrarme el zapato derecho en las mañanas.


Con el paso de los años entendí que he tenido la oportunidad de hacer prácticamente de todo. Me di cuenta de que mi discapacidad fue de carácter mental. Y en la actualidad me río de ese tiempo en el que la cojera me servía de excusa para no asumir el verdadero papel en mi entorno social. Si me rechazaba una mujer lo achacaba inevitablemente a mi defecto. Si sacaba malas notas, lo mismo. Hasta una tarde en la que bajaba por una calle del centro de la ciudad. Venía de presentar un examen de admisión en la Universidad y vi que se aproximaba una morena divina. Disimulé mi "tumbaito", saqué pecho, me pasé la peinilla por el pelo, me arreglé la corbata. Cruzamos miradas. Noté que me sonrió. De repente se perdió de mi horizonte; caí al pie de las mercancías de un comprensivo vendedor callejero. Me ayudó a levantar y me dijo:


- "Si los carros tienen defectos de fábrica y fallan ¿por qué no usted que es un ser humano?"...




En este video aparece un compatriota un "poquito" más cojo que yo. Disfrútenlo.


20 comentarios:

Light_boca dijo...

Estimado Cáselo, no siempre lo bueno es perfecto, quizás debió ser así, para que tus talentos salieran a flor de piel.
Me alegra como lo cuentas, se nota que es algo superado y que hasta podría afirmar que te sientes orgulloso, por que muchos logros se los debes a ello.

Un abrazo desde Chile.

Quéséyo dijo...

Hola mago magnífico,

Una historia muy bien contada, y qué buen desenlace. Así debía suceder. Así eres único y realmente magnífico.

Me encanta como lo relatas, gracias por compartírmelo y dejarme estar al tando del proceso. Gracias por estar pendiente de mí también.

Un fuerte abrazo y más besos.

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

confieso que no lo leí entero, pero vendre. Todos tenemos algo..... besitos y mucho amor. Vendre a terminarlo.
je

Isabella Ros dijo...

QUÉ VALOR!!!ADMIRABLE,lo tienes superado,debes sentirte orgulloso.Todos tenemos algo pero sabes,la incapacidad del corazón,de los sentimentos de los valores,esos sí son vergonsozos,ese no es tu caso,todos ellos hacen a la personas que eres.Eres un ejemplo de fortaleza y valor.Te felicito.Un abrazo fraterno.

Ruth L. Acosta dijo...

Mi querido y adorado Carlos,

Sabes? Creo que si platiqué contigo precisamente, hace pocos días, acerca de esto. De lo fácil que es para cualquier ser humano, cualquier persona creer y pensar que los demás sólo ven nuestros errores, cuando claramente, nadie somos perfectos. El cuerpo es sólo un aditamento, una herramienta que Dios nos dá para que nuestro corazón y nuestra alma puedan trasladarse de un lugar a otro... es sólo eso...

Mira a tu alrededor, y nómbrame a una sola persona que esté contenta con lo que Dios le dió... Dime quien no quiere lo que tiene el vecino? Siempre tendremos algo que no nos guste y que estemos dispuestos a cambiar... todos tenemos nuestros propios complejos, nuestras frustraciones, aunque hay algunas personas, que sus complejos les destruyen el alma, y que terminan por desquitarse con los demás...

Me alegra mucho que todo esto lo hayas superado, que estés contento con tu cuerpo, pero sobre todo con tu alma.

Te conozco de hace tiempo, y nunca me imaginé que pudieras contemplar en tu vida éste tipo de complejos... eres una persona con tanto amor en tu corazón... quien siempre tiene una palabra linda para el prójimo, quien escribe con el corazón en la mano... quien se nota que ha ido descubriendo la felicidad a su paso... esa sensación me ha dado y con esa me quedo.

Mi Carlos, me da gusto que tomes esto con buen humor y espero que ésto no sea sino sólo un recuerdo... que te des cuenta que tú eres mucho más que eso...

Te quiero mucho y vales mucho!!! Eres una excelente persona... un hermoso ser humano...

Te dejo muchos besos desde México.

Anónimo dijo...

Sí, en ciertas partes me dejaste con un nudo en la garganta...
A pesar de todo ese espíritu indomable no se detuvo.

El mejor de mis abrazos para ti.

Níyume dijo...

Mi querido mago, aquí vengo a dejarle besos y abrazos Gatunos.

María Marta Bruno dijo...

Mi Mago!
Vaya... algo le está trayendo su historia a la cabeza con frecuencia... no es así?

Pues lo dicho oportunamente, la dama en cuestión atará su zapato derecho o usted usará zapatos sin cordón. Ahora bien, si le gustan los mimos, pues zapato acordonado atado por la dama.

Claro que todos tenemos rengueras varias, algunas se ven más, otras menos... y estoy convencida de que las peores son las que no se ven a primera vista. Las cojeras del alma.

Pero no cabe duda de que muchas veces nos aferramos a algo físico (de lo que no somos responsables ni podemos modificar) para atribuirle nuestras pequeñas o grandes cobardías.

Lo bueno está en verlo y ser capaces de superar los "tumbaítos" mentales.

Y vea... el Hombre Nuclear era el Hombre de los 6 millones de dólares, cifra que el tipo le debía al gobierno por haberlo salvado... (allí no saben de Salud Pública), y la que oía a más no poder era su clon femenino, la Mujer Biónica.

Un salute de mate-café

Mariel Ramírez Barrios dijo...

nooooooooo
Sos un genio
Andaba yo preguntandome que serìa de nuestro juglar y llego a tu casa y hallo esta obra maestra!
primero,chapò por el humor
La narraciòn perfecta
La descripciòn de la cirugìa es impagable
y luego las anècdotas
cada una,una joyita
Sos genial, y te quiero por ello
Has visto?
A nosotros no nos importa que seas panco ( o sea,igual que manco pero de una pata)
besote sonriente

Mariel Ramírez Barrios dijo...

PD
que genia ,otra genia,esta colorada,verdaz?
El comentario de nuestra Mamarta no tiene desperdicio.
los amo a los dos.

Massy dijo...

Admiro tu valentia, y el mirar mas alla de tus narices..

el relato..me saco las lagrimas..en serio admiro tu valor..

Un besote lleno de alegria y magia!

Runas dijo...

siempre te lo digo, pero esque tienes una forma de relatar que me encanta. Un beso

La Marandua dijo...

excelente!!!!!!!!!

Unknown dijo...

Carlos hace tiempo, que no leí nada tuyo, muy buena crónica desde que eras bebé hasta los 25 y amas a tu país, eso es muy bueno. Abrazos, Julia


http://elblogderegina2.blogspot.com (rastros y fotos)
http://juliesusfotosyescritos.blogspot.com

Iraida dijo...

Caselo:

Cada día que paso me confirmo aún más en mi idea de que eres un escritor nato desde el primer dia que te leí, y que más tarde vería que afirmaba también la escritora Yolanda Reyes, con verdadera autoridad para opinar sobre el asunto.

Este relato que pudiera haber sido de autoconmiseración lo convertiste en motivo de satisfacción y alegría para otros. Y sobre todo de aprender a burlarse de nuestros propios defectos o limitaciones, que tiene, además, la huella que deja (o nacen con ella) de los grandes escritores como Moliere que supo reflejar la vida tal cual es, donde junto a la tristeza y el llanto se da tambien la risa y la alegria, o se alternan en un mismo individuo.

Gracias.

@manuhel dijo...

Chamo, acabo de leer esta obra maestra...

Me hizo reir lo que tenía ese propósito y me hiciste comprender las cosas que pasan por la cabeza de personas con alguna "anomalía" física puntual (Espero no estar fuera de orden con ese adjetivo).

Saludos y un abrazo desde Venezuela...

la Tucu dijo...

Caselo: vine traída por tu mano, o por tu deseo de participarnos, me reí, lloré, y aunque no cambia nada la admiración que te tengo, tu talento excede lo que no es mas que un detalle. Creo que es un detalle "fundador", constitutivo, pero la esencia es la que descubrí en Segunda cita, el hombre excepcional que tiene la capacidad increíble de hacer la crónica mas bella de lo mas triste o terrible que la vida ponga frente a el. Te quiero mucho amigo..

Anónimo dijo...

Me encantó!.
Simplemente me quedé sin palabras.

Un abrazo.

Maky.

Anónimo dijo...

Vengo desde Mario Mendoza, Mago de mi Corazón y como te defines te siento.
Que buen descriptor eres, tocas el alma y más allá... Me alegro encontrarte para deleitarme con lo que dices....¿ Quién, que te conozca, desperdiciaría el privilegio de atarte el zapato y lo que haga falta ? Un abrazo.

Anónimo dijo...

También vengo desde MM... Y hoy recuerdo lo desadaptado que soy. Desde chico soy un obseso de los espejos veo ese "otro" en el brillo de mis propios ojos. Tal vez sos afortunado como Bukowski con la cara que le tocó. La mis es fina, imberbe y sin marca alguna de acné, ya pasé por los 25 y sigo buscando mi pata coja. Saludos :)